martes, 11 de noviembre de 2008

El mundo después de Bush

José Vicente Rangel


No hay que hacerse ilusiones, pero sin duda que algo habrá de cambiar. No será lo mismo el mundo bajo la constante amenaza de un fundamentalista ignorante y sin escrúpulos -para quien la vida nada significó como quedó demostrado en innumerables ocasiones-, que un mundo en que él ya no esté paseando su insolente prepotencia y ejerciendo irracionalmente el poder. Bush fue un desastre para la colectividad mundial y terminó su segundo mandato provocando la crisis más letal que haya vivido su propio país. Convirtió el mundo en una realidad peligrosa y llevó el riesgo hasta las entrañas de EEUU. Con Bush en la presidencia nadie ha estado seguro en ninguna parte: ni en Irak, ni en Afganistán, tampoco en Irán, Siria, Corea del Norte, Líbano, Argelia, Sudán, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina, Colombia, Venezuela e, incluso, en territorio estadounidense. Para él no hubo derecho que no violara y principio que no quebrantara.

Derogó el derecho internacional, abolió los postulados básicos que inspiraron a los fundadores de la nación, ordenó masacrar pueblos, reivindicó la tortura y resucitó la práctica concentracionaria con experiencias como Abu Ghrabi y Guantánamo.

Hay razones para afirmar que Bush agotó, prácticamente, el ejercicio del poder inmoral, inescrupuloso, y al mismo tiempo ineficaz. Lejos de resolver problemas los potenció.

Como en el caso del terrorismo. Convirtiendo la lucha contra el fenómeno en una cruzada ideológica que terminó revirtiendo en contra de su país.

El mundo que pretendió tutelar desde la Casa Blanca es mucho más inseguro que el que halló 8 años atrás. El daño que ocasionó a la imagen de su país es colosal y premonitorio del incierto destino que le aguarda. Nunca antes un gobernante había mancillado tanto la causa de la dignidad humana como este hombre que sale por la puerta trasera del despacho presidencial. Y aun cuando los factores que lo apuntalaron siguen siendo poderosos, pienso que algo tiene que cambiar.

Por una razón bien sencilla: porque él rebasó todos los límites. En este sentido, Obama tiene que estar consciente de la herencia maldita que recibe y de la necesidad de un viraje en vez de intentar la temeraria tarea de refundar un imperio agotado en un contexto diferente. ¿Dimensión y profundidad del viraje o del cambio? Mejor esperar el desarrollo de los acontecimientos.

Venezuela y Obama. ¿Qué atención le prestará el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, a Venezuela? La pregunta se pudiera ampliar en este sentido: ¿qué representa para Obama Latinoamérica? Se trata de un acertijo. Porque si algo evidencia la voluntad de cambio para el nuevo gobernante norteamericano, es la manera como evalúe la relación con esta parte del mundo. Por muchas razones, pero en esencia porque los cambios más importantes en el mundo, políticos, económicos, sociales, culturales, hoy se dan por estos lados.

La funesta visión de "patio trasero" respecto a la región que dominó la política norteamericana, es hoy una pieza de museo. ¿Está dispuesto Obama a aceptar esta novedosa realidad, lo que significaría interlocución en un marco de respeto mutuo, de aceptación sin prejuicios de los procesos de cambio que se vienen dando? En cuanto a Venezuela se refiere, el presidente Chávez lo ha dicho: hay la disposición a dialogar sin condiciones con quien resulte vencedor, más ahora que el presidente es Obama. Él sólo exige respeto y juego limpio. Con Obama hay menos prejuicios y se abre la posibilidad de despejar la ruta. Veremos cómo Obama asume el acertijo.


LABERINTO
Tremenda farsa montaron los operadores políticos internacionales de la oposición con la chatarra que trajeron de Europa para denunciar la existencia de presos políticos en Venezuela.

La ultraderecha europea, la misma que avaló los vuelos infames de la CIA y las torturas en Abu Ghrabi y Guantánamo, vino a abogar por los jefes policiales que participaron en el golpe del 11-A; que persiguieron ciudadanos, allanaron ilegalmente hogares y apoyaron al usurpador Carmona. Son visitantes inmorales...


Llegaron al extremo de visitar en Ramo Verde al ex oficial Otto Gerbauer, carcelero del presidente Chávez -quien además lo vejó-, involucrado en planes de magnicidio...


Y por supuesto, hicieron otro tanto con el asilado de la Nunciatura, Nixon Moreno, procesado por delitos comunes. Como el intento de violación de una mujer policía de Mérida...


Al coro se sumó la versión de que el Gobierno venezolano había impedido que Lech Walesa visitara el país, especie desmentida por el propio embajador de Polonia. La cómica resultó completa...


Ante la purga -más de veinte coroneles y generalesde la cúpula militar colombiana realizada por el presidente Uribe, se levantan voces críticas en el vecino país, porque independientemente de la responsabilidad de los jefes militares afectados por la medida, está la del ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.

Todo cuanto ocurre en la institución castrense tiene que ver con la gestión de Santos.

Las políticas genocidas, los miles de ciudadanos ajusticiados, desaparecidos, torturados, son producto de la aplicación del Plan Colombia y del Patriota, cuyo ejecutor es el titular de Defensa...


Crece la confusión en la oposición. Aumentan las tensiones internas. Se multiplica el cuestionamiento a los candidatos escogidos a dedo. Los alegres cálculos iniciales de 12 gobernaciones -o los delirantes del Movimiento 2-D: 17 gobernaciones-, se reducen como queso fresco. En las últimas evaluaciones de los comandos partidistas y mediáticos opositores se conforman con tres gobernaciones...


¿Qué se hicieron los fervientes seguidores de Bush? ¿Qué hay de la dama que lo visitó, eufórica, en la Casa Blanca? La paliza electoral fue el castigo a sus políticas miserables.

Recordemos el 11-A.


La lengua, castigo del cuerpo
Monseñor Roberto Lückert tiene la piel delicada. Pero ya es tiempo de que alguien tan polémico como él tome conciencia de que a la hora de opinar todos tenemos iguales derechos.

Monseñor agrede, despotrica, falsea los hechos y pretende que no le respondan. Y él no puede aspirar a que sus puntos de vista siempre circulen sin respuesta. Monseñor me escribió una carta respondiendo el comentario que hice sobre unas declaraciones suyas preocupantes por el tono que empleó, descalificador de los rectores del Consejo Nacional Electoral. Su misiva la comenzó mal cuando afirmó, textualmente, que yo me uno "al coro programado por el Gobierno desde hace más de un mes, donde tratan de descalificarlo empleando un lenguaje que no se compadece ni con la decencia ni con el respeto que todo venezolano se merece". No formo parte, monseñor, de ningún coro, ni político ni religioso ni económico. Lo que digo es por cuenta propia y con base en mis propias convicciones. Tampoco utilizo un lenguaje irrespetuoso, y al respecto quiero decirle que usted incurre, quizá sin darse cuenta, en una autoinculpación. Porque usted no se caracteriza por la sindéresis, sino por todo lo contrario. Ejemplo, constantemente utiliza palabras desconsideradas. Una muestra, monseñor: en esa carta lo traicionó, una vez más, su non santa inclinación a la diatriba cuando afirma que yo "vegeté durante la Cuarta República".

Una agresión suya que cristianamente le perdono porque estoy consciente de que usted no tiene remedio. Cómo dice el refrán, la lengua es el peor castigo del cuerpo.