domingo, 30 de noviembre de 2008

Tutu, Obama y Medio Oriente

Amy Goodman


Mientras el Presidente electo Barack Obama se centra en la crisis económica de Estados Unidos, arde otro incendio: el conflicto Israel-Palestina.

Quizá no hayan oído mucho últimamente sobre el desastre en la Franja de Gaza. Ese silencio es intencional: El gobierno israelí prohibió el ingreso de periodistas internacionales en los territorios ocupados.

La semana pasada, ejecutivos de Associated Press, el New York Times, Reuters, CNN, BBC y otras organizaciones de noticias enviaron una carta de protesta al Primer Ministro israelí Ehud Olmert criticando la decisión de su gobierno de impedir el ingreso de periodistas a Gaza. Israel prácticamente selló la Franja de Gaza y suspendió la ayuda y el envío de combustible. Un portavoz del Ministerio de Defensa israelí dijo que Israel estaba disgustado con la cobertura de los medios internacionales, que según dijo exageraban el sufrimiento palestino y no dejaban en claro que las medidas de Israel eran una respuesta a la violencia palestina.

Un cese del fuego entre Israel y Hamas, el grupo que ganó las elecciones palestinas hace casi tres años y que controla Gaza, fracasó luego de que seis militantes de Hamas murieron en un ataque israelí hace dos semanas. Se sucedieron otros ataques israelíes, que mataron a alrededor de 17 miembros de Hamas, y militantes palestinos lanzaron docenas de cohetes en el sur de Israel, dejando varios heridos.

El Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon criticó a Israel por el bloqueo de la localidad superpoblada de Gaza, donde viven alrededor de un millón y medio de palestinos. El Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas advierte que Gaza afronta una “catástrofe” humanitaria si Israel continúa impidiendo que la ayuda llegue al territorio.

El paisaje claramente dividio de Israel y los territorios ocupados es terreno conocido para el Arzobispo sudafricano Desmond Tutu. Tutu ganó el Premio Nobel de la Paz por su oposición al apartheid en Sudáfrica. Tutu estuvo en Nueva York la semana pasada para recibir el Premio del Círculo de Ciudadanos del Mundo. Estuve con él en la residencia del vice cónsul sudafricano. Tutu reflexionó sobre la ocupación israelí: “Al venir de Sudáfrica…y ver los puntos de control…cuando se humilla a un pueblo al punto en que lo están haciendo- y sí, uno recuerda el tipo de experiencia que tuvimos cuando estábamos siendo humillados- cuando se hace eso, no se está contribuyendo a la seguridad de uno mismo”.

Tutu dijo que se debe levantar el bloqueo. “El sufrimiento es inaceptable. No fomenta la seguridad de Israel ni de ninguna parte de esa región tan volátil”, dijo. “Hay muchas, muchas personas en Israel que se oponen a lo que está sucediendo”.

Tutu se refirió al saliente primer ministro israelí. En septiembre, Olmert realizó una declaración sorprendente a Yedioth Ahronoth, el periódico israelí más importante. Dijo que Israel debería retirarse de casi todo el territorio conquistado en la guerra de Medio Oriente de 1967 a cambio de la paz con los palestinos y con Siria: “Estoy diciendo lo que ningún líder israelí jamás ha dicho: Deberíamos retirarnos de casi todos los territorios, incluso del este de Jerusalén y de los Altos de Golán”.


Olmert dijo que los estrategas de defensa israelíes tradicionales no han aprendido nada de las experiencias pasadas y que parecen estancados en consideraciones de la Guerra de la Independencia de 1948. Dijo: “Para ellos todo se trata de tanques y tierra y controlar territorios y territorios controlados y la cima de esta colina y la cima de aquella colina. Todas estas cosas no tienen ningún valor”.

Olmert parece haberse acercado al punto de vista de su hija. En 2006, Dana Olmert estaba entre las 200 personas que se congregaron frente a la casa del jefe del estado mayor del ejército israelí y corearon “asesino” mientras protestaban contra los asesinatos de palestinos por parte de israelíes (al Arzobispo Tutu se le impidió ingresar a Gaza, con el apoyo de la ONU, en sus intentos de investigar esos asesinatos). Ehud Olmert recientemente renunció por acusaciones de corrupción, pero sigue siendo el primer ministro hasta que el parlamento apruebe un nuevo gobierno.

El Ministro de Asuntos Exteriores palestino, Riyad al-Maliki criticó a Olmert por esperar hasta ahora para pedir que se ponga fin a los asentamientos: “Ojalá hubiérmos escuchado esta opinión personal cuando Olmert era primer ministro, no luego de su renuncia. Creo que es un compromiso muy importante, pero llegó demasiado tarde. Esperamos que el nuevo gobierno israelí cumpla con este compromiso”.

Israel es uno de los principales receptores de ayuda militar estadounidense. El Arzobispo Tutu dice acerca del conflicto entre Israel y Palestina, “Cuando eso se resuelva, lo que veremos es que las tensiones entre Occidente y…una gran parte del mundo musulmán…se evaporarán”. Dijo de Obama “Rezo por que este nuevo presidente tenga la capacidad de ver que tenemos que hacer algo allí…por el bien de nuestros hijos”.

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Conversaciones con Chávez y Castro

Sean Penn
The National/Rebelión

Traducido por Germán Leyens y Manuel Talens


Joe Biden, quien pronto iba a ser el vicepresidente electo de mi país, alentaba a las tropas: “No podemos seguir dependiendo de Arabia Saudí o de un dictador venezolano para la energía”. Bueno, yo sé muy bien lo que es Arabia Saudí. Pero como en 2006 estuve en Venezuela visitando ranchitos, mezclándome con la acaudalada oposición y pasando días y horas entre los seguidores del presidente, me pregunté –sin preguntármelo– a quién se estaría refiriendo el senador Biden.
Hugo Chávez Frías es el presidente democráticamente elegido de Venezuela, y cuando digo democráticamente quiero decir que se ha presentado una y otra vez ante los votantes en elecciones avaladas por observadores internacionales y ha logrado grandes mayorías en un sistema que, a pesar de sus defectos e irregularidades, ha dado a sus oponentes la oportunidad de que lo derroten y ocupen su cargo, tanto en un referéndum nacional el año pasado como en las recientes elecciones regionales de noviembre.

En cambio las palabras de Biden representaban la clase de retórica que nos metió hace muy poco en una costosa guerra en la que se pierden vidas y dinero, en una guerra que si bien derrocó a un pendejo en Iraq, también ha derrocado los principios más dinámicos sobre los cuales se fundó Estados Unidos, ha reforzado el reclutamiento de Al Qaeda y ha conducido a la deconstrucción de las fuerzas armadas estadounidenses.

A estas alturas, el pasado mes de octubre de 2008 ya había digerido mis anteriores visitas a Venezuela y Cuba y el tiempo que pasé con Chávez y Fidel Castro. Soy cada vez más intolerante con la propaganda. Incluso si el propio Chávez tiene tendencia a la retórica, nunca ha sido el causante de una guerra. Así que decidí hacerle otra visita con la esperanza de desmitificar a ese “dictador”. Para entonces ya había llegado a comentar con mis amigos en privado: “Es verdad, puede que Chávez no sea un hombre bueno, pero también es posible que sea un gran hombre”.

Entre las personas a quienes dije esto se encontraban el historiador Douglas Brinkley y Christopher Hitchens, el columnista de Vanity Fair. Los dos eran complementos perfectos. Brinkley es un pensador muy estable, cuyo código ético de historiador garantiza su adhesión a pruebas insuperablemente razonadas. Hitchens, un astuto artesano de la palabra siempre demasiado imprevisible en sus preferencias, es un valor seguro desde cualquier punto de vista, que una vez en una tertulia televisiva calificó a Chávez de “payaso rico en petróleo”. Aunque Hitchens es igual de íntegro que brillante, puede ser combativo hasta la intimidación, como lo demostró una vez con sus duros comentarios sobre Cindy Sheehan, la santa activista contra la guerra. Brinkley e Hitchens equilibrarían cualquier sesgo que percibieran en mi escritura, además de ser un par de tipos con quienes me lo paso muy bien y a quienes quiero mucho.

De modo que llamé a Fernando Sulichin, un viejo amigo y productor de cine independiente de Argentina con buenas conexiones y le pedí que los hiciera investigar y obtuviese el visto bueno para entrevistar a Chávez. Además, queríamos volar desde Venezuela a La Habana, así que le pedí a Fernando que solicitara entrevistas por cuenta nuestra con los hermanos Castro, la más urgente con Raúl, quien en febrero había tomado las riendas del poder de manos de un Fidel enfermo y nunca había otorgado una entrevista a un extranjero. Yo había viajado a Cuba en 2005, cuando tuve la fortuna de encontrarme con Fidel, y estaba ansioso por hacerle una entrevista al nuevo presidente. El teléfono sonó a las 2 de la tarde del día siguiente.

–Mi hermano –dijo Fernando–, lo logré.

Nuestro vuelo de Houston a Caracas se retrasó por problemas mecánicos. Era la 1 de la madrugada, y mientras esperábamos, Hitchens daba vueltas impaciente de un lado para otro.

–Los problemas casi nunca vienen solos –dijo.

Debió gustarle cómo sonó, porque volvió a decirlo. Era el pesimista de Dios. Le dije:

–Hitch, va a salir bien. Nos van a conseguir otro avión y llegaremos a tiempo.

Pero el pesimista de Dios es en realidad el pesimista ateo de Dios. Y yo no tardaría en ser testigo de la claridad de su ateísmo. De hecho, hubo otro problema. Bueno, salió bien y mal, como se verá. Despegamos dos horas después.

Cuando aterrizamos en el aeropuerto de Caracas, Fernando estaba allí para recibirnos. Nos condujo a una terminal privada, donde esperamos la llegada del presidente Chávez, quien nos llevó con él de gira electoral a la maravillosa Isla Margarita en plena campaña para las elecciones a gobernador.

Pasamos los dos días siguientes en la constante compañía de Chávez, con muchas horas de reuniones a solas entre los cuatro. En las dependencias privadas del avión presidencial descubrí que cuando Chávez habla de béisbol su dominio del inglés sube de grado. Cuando Douglas le pregunta si habría que abolir la Doctrina Monroe, Chávez –que quiere escoger cuidadosamente sus palabras– regresa al español para explicar los matices de su posición contra dicha doctrina, que ha justificado la intervención estadounidense en Latinoamérica durante casi dos siglos.

–Hay que romper la Doctrina Monroe –dice–. Hemos tenido que aguantarla durante más de doscientos años. Siempre vuelve al viejo enfrentamiento de Monroe con Bolívar. Jefferson solía decir que Estados Unidos debería tragarse una tras otra las repúblicas del sur. El país en el que nacisteis se basó en una actitud imperialista.

Los servicios venezolanos de inteligencia le dicen que el Pentágono tiene planes para invadir su país.

–Sé que están pensando en invadir Venezuela –dice. Parece que ve el fin de la Doctrina Monroe como una medida de su destino–. Nadie podrá volver aquí para exportar nuestros recursos naturales.

¿Le preocupa la reacción de Estados Unidos a sus atrevidas declaraciones sobre la Doctrina Monroe? Cita a José Gervasio Artigas, el luchador uruguayo por la libertad:

–Con la verdad no ofendo ni temo.

Hitchens está sentado en silencio, tomando notas durante toda la conversación. Chávez reconoce un brillo escéptico en sus ojos.

–CRÍS-a-fer, hazme una pregunta. Hazme la pregunta más difícil.

Ambos comparten una sonrisa. Hitchens le pregunta:

–¿Cuál es la diferencia entre usted y Fidel?”

Chávez dice:

–Fidel es comunista, yo no. Yo soy socialdemócrata. Fidel es marxista-leninista. Yo no. Fidel es ateo. Yo no. Un día discutimos sobre Dios y Cristo. Le dije a Castro: “Yo soy cristiano. Creo en los Evangelios Sociales de Cristo". Él no. Simplemente no cree. Más de una vez Castro me ha dicho que Venezuela no es Cuba, que no estamos en los años sesenta.

–Ya ve –dice Chávez–. Venezuela tiene que tener un socialismo democrático. Castro ha sido un profesor para mí. Un maestro. No en ideología, sino en estrategia.

Tal vez irónicamente, John F. Kennedy es el presidente de Estados Unidos favorito de Chávez.

–Yo era un muchacho –dice-. Kennedy era la fuerza impulsora de la reforma en Estados Unidos.

Sorprendido por la afinidad de Chávez por Kennedy, Hitch se suma a la conversación y menciona el plan económico de Kennedy para Latinoamérica, contrario a Cuba.

–¿Fue algo bueno la Alianza para el Progreso?

–Sí –dice Chávez–. La Alianza para el Progreso fue una propuesta política para mejorar las condiciones. Apuntaba a reducir la diferencia social entre culturas.

La conversación entre los cuatro continuó en autobuses, en mítines y en inauguraciones en toda Isla Margarita. Chávez es incansable. Se dirige a cada nuevo grupo durante horas bajo un sol ardiente. Duerme como máximo cuatro horas por la noche y pasa la primera hora de la mañana leyendo noticias del mundo. Y una vez que está en pie, es incontenible a pesar del calor, de la humedad y de las dos capas de camisetas rojas revolucionarias que lleva puestas.

Tres eran mis motivaciones primordiales para este viaje: incluir las voces de Brinkley e Hitchens, profundizar mi conocimiento de Chávez y de Venezuela y ejercitar mi mano de escritor, así como recabar la ayuda de Chávez para que convenciese a los hermanos Castro de que nos recibieran a los tres en La Habana. Aunque Fernando me había dicho que la tercera parte del puzzle estaba aprobada y confirmada, en algún lugar de nuestros intercambios culturales, lingüísticos y telefónicos había habido un malentendido. Mientras tanto, CBS News estaba esperando un informe de Brinkley, Vanity Fair uno de Hitchens y yo escribía por cuenta de The Nation.

Al cabo de tres días en Venezuela le dimos las gracias al presidente Chávez por el tiempo que nos había dedicado, los cuatro allí parados entre el personal de seguridad y la prensa en el Aeropuerto Santiago Marino de Isla Margarita. Brinkley tenía una última pregunta que hacerle, y yo también.

–Señor presidente –le dijo-, si Barack Obama sale elegido presidente de Estados Unidos, ¿aceptaría usted una invitación para volar a Washington y reunirse con él?

Chávez dijo sin dudarlo:

–Sí.

Cuando me tocó a mí, le dije:

–Señor presidente, para nosotros es importante que nos reciban los Castro. Es imposible contar la historia de Venezuela sin incluir a Cuba y es imposible contar la historia de Cuba sin los Castro.

Chávez nos prometió que llamaría al presidente Raúl Castro en cuanto estuviera en su avión y que se lo pediría en nuestro nombre, pero nos advirtió que era poco probable que Fidel, el hermano mayor, pudiera responder tan rápido, ya que ahora está escribiendo y reflexionando mucho, no viendo a mucha gente. Tampoco podía hacer promesa alguna con respecto a Raúl. Chávez subió a su avión y vimos cómo partía.

A la mañana siguiente volamos a La Habana. Lo diré todo: el Ministerio del Poder Popular para la Energía y Petróleo de Venezuela nos prestó un avión. Si alguien quiere referirse a eso como un soborno, que haga lo que quiera. Pero cuando lea el próximo informe de un periodista que viaja en el Air Force One o que sube a bordo de un avión de transporte militar de Estados Unidos, que por favor repudie también ese artículo. Apreciamos el lujo de aquel viaje, pero eso no ha influenciado el contenido de nuestros reportajes.

“Son muy pocas las veces que los problemas vienen solos”
Yo estaba arriesgando mucho. El hecho de subir al avión hacia La Habana sin tener garantía alguna de que iba a ver a Raúl Castro me llenaba de ansiedad. Christopher había cancelado a última hora varios compromisos de conferencias importantes para hacer el viaje. No acostumbra a dejar colgada a la gente. De modo que, para él, era lo tomas o lo dejas y se estaba poniendo nervioso. Douglas, profesor de Historia en la Universidad Rice, tenía que volver de forma inminente a sus obligaciones académicas. Fernando sentía el peso de que esperásemos de él que fuera nuestro ariete. Y yo, bueno, contaba con la llamada de Chávez a Castro, tanto para obtener la entrevista como para salvar mi culo ante mis compañeros.

Aterrizamos en La Habana cerca del mediodía y en la pista de aterrizaje nos recibieron Omar González Jiménez, presidente del ICAIC (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos), y Luis Alberto Notario, jefe del ala de coproducción internacional del Instituto. Había estado con ambos durante mi anterior viaje a Cuba. Comenzamos a hablar de cosas personales de camino a la oficina de aduana, hasta que Hitch se adelantó y, sin vergüenza alguna, le exigió a Omar:

–Señor, ¡tenemos que ver al presidente!

–Sí –respondió Omar–. Estamos informados de su solicitud y hemos informado al presidente. Estamos todavía esperando su respuesta.

Durante el resto de ese día y hasta la tarde siguiente torturamos a nuestros anfitriones con un incesante son de tambor: Raúl, Raúl, Raúl. Supuse que si Fidel estaba en condiciones y podía encontrar el tiempo necesario, llamaría. Y si no, yo seguiría agradecido por nuestro encuentro anterior y se lo dije en una nota que le envié a través de Omar. De Raúl sólo sabía por lo que había leído y no tenía la menor idea de si nos vería o no.

Los cubanos son gente particularmente calurosa y hospitalaria. Mientras nuestros anfitriones nos llevaban por la ciudad, me di cuenta de que la cantidad de coches estadounidenses de los años cincuenta había disminuido incluso en los pocos años que habían pasado desde mi último viaje, para ser reemplazados por coches rusos más pequeños. Al pasar rápidamente por el Malecón ante la Sección de Intereses de Estados Unidos –de agresivo aspecto– donde las olas que se rompen contra la orilla salpican a los coches de pasada, noté algo casi indescriptible de la atmósfera en Cuba: la presencia palpable de una historia arquitectónica y humana en un pequeño trozo de tierra rodeado de agua. Incluso el visitante siente el espíritu de una cultura que proclama de diversas maneras, “Éste es nuestro sitio especial”.

Serpenteamos a través de La Habana Vieja, y en una exposición revestida de vidrio que hay frente al Museo de la Revolución vimos el Granma, el barco que transportó a los revolucionarios cubanos desde México en 1956. Continuamos hacia el Palacio de Bellas Artes, con su colección de muestras apasionadas y políticas, que es un corte transversal de la profunda reserva de talento de Cuba. Luego visitamos el Instituto Superior de Artes y después fuimos a cenar con el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, y Roberto Fabelo, un pintor al que invitaron al saber que yo había expresado aquella tarde mi aprecio por su obra durante la visita al museo. A medianoche aún no había noticias de Raúl Castro. Después, nos llevaron a la casa del protocolo, donde descansamos hasta el alba.

A mediodía del día siguiente, el reloj sonaba con machaconería en nuestros oídos. Nos quedaban dieciséis horas en La Habana antes de que tuviéramos que ir al aeropuerto para tomar nuestros vuelos de regreso. Estábamos sentados alrededor de una mesa en La Castellana, un lujoso bodegón de La Habana Vieja, con un gran grupo de artistas y músicos que, dirigidos por el reputado pintor cubano Kcho, habían establecido la Brigada Marta Machado, una organización de voluntarios que ayuda a las víctimas de los huracanes Ike y Gustav en la Isla de la Juventud. La brigada tiene pleno apoyo de dinero, aviones y personal del gobierno, algo que habría sido la envidia de nuestros voluntarios en la Costa del Golfo después del huracán Katrina. También se juntó con nosotros para el almuerzo Antonio Castro Soto del Valle, un apuesto joven de carácter modesto, de 39 años, que es hijo de Fidel. Antonio, que estudió Medicina, es el médico del equipo nacional de béisbol de Cuba. Tuve una breve pero agradable charla con él y volví a repetirle nuestro deseo de ver a Raúl.

El reloj ya no sonaba, aporreaba. Omar me dijo que dentro de muy poco conoceríamos la decisión del presidente. Con los dedos cruzados, Douglas, Hitch, Fernando y yo volvimos a la casa del protocolo para hacer nuestras maletas de antemano. A las 6 de la tarde nos quedaban diez horas. Yo estaba sentado abajo, en la sala de estar, leyendo bajo la brumosa luz del ocaso vespertino. Hitch y Douglas estaban arriba en sus habitaciones, supongo que durmiendo la siesta para vencer la ansiedad. Y en el sofá, a mi lado, Fernando roncaba.

Entonces apareció Luis ante nuestra puerta de entrada, que estaba abierta. Lo miré por encima de mis gafas mientras me hacía un gesto muy directo. Sin palabras, señalé con el dedo hacia la parte de arriba de las escaleras, donde estaban acostados mis compañeros. Pero Luis meneó la cabeza como si se estuviese disculpando.

–Sólo usted –dijo.

El presidente había tomado su decisión.

Pude escuchar en mis oídos el eco de las dudas de Hitch, “son muy pocas las veces que los problemas vienen solos”. ¿Se refería a mí? Et me, Bruto? En cualquier caso, me eché la mano al bolsillo trasero para asegurarme de que tenía mi libreta de notas venezolanas, busqué mi pluma, agarré mis gafas y salí con Luis. Justo antes de cerrar la portezuela del coche que nos estaba esperando, escuché la voz de Fernando que me llamaba:

–¡Sean!

El coche arrancó.

Voy a ver al mago
En Estados Unidos el presidente cubano Raúl Castro, antiguo ministro de Defensa de la isla, está considerado como un “frío militarista” y un “títere” de Fidel. Pero el joven revolucionario con coleta de la Sierra Maestra está demostrando que las serpientes se equivocan. Por cierto, el “raulismo” está creciendo junto con un reciente auge económico industrial y agrícola. El legado de Fidel, como el de Chávez, dependerá de la sostenibilidad de una revolución flexible, que pueda sobrevivir a la partida de su líder por muerte o renuncia. Fidel ha sido subestimado una vez más por el Norte. Al elegir a su hermano Raúl ha puesto las decisiones políticas diarias de su país en una manos formidables. En un informe del Consejo de Asuntos Hemisféricos, el portavoz del Departamento de Estado, John Casey, reconoció que el raulismo podría llevar a una “mayor apertura y libertad para el pueblo cubano”.

Muy pronto me veo sentado a una pequeña mesa lustrada en un despacho del gobierno, con el presidente Castro y un traductor.

–Fidel me llamó hace un momento -me dice–. Quiere que lo llame después de que hayamos hablado.

Hay un humor en la voz de Raúl que recuerda una vida de afectuosa tolerancia por el ojo vigilante de su gran hermano.

–Quiere saber todo sobre lo que hablamos –dice con risita de sabio–. Nunca me gustó la idea de conceder entrevistas –añade–. Uno dice muchas cosas, pero cuando se publican aparecen recortadas, condensadas. Las ideas pierden su significado. Me han dicho que sus películas son largas. Quién sabe si su periodismo será largo también.

Le prometo que escribiré lo más rápido posible y que imprimiré todo lo que escriba. Me dice que ha prometido informalmente a otros su primera entrevista como presidente y, como no quiere multiplicar lo que podría ser interpretado como un insulto, me ha escogido a mí solo, sin mis compañeros.

Castro y yo compartimos sendas tazas de té.

–Hoy hace cuarenta y seis años, exactamente a esta hora, movilizamos las tropas. Almeida en el Oeste, Fidel en La Habana, yo en Oriente. A mediodía habían anunciado que en Washington el presidente Kennedy iba a pronunciar un discurso. Fue durante la crisis de los misiles. Preveíamos que el discurso sería una declaración de guerra. Después de su humillación en Bahía de Cochinos, la presión de los misiles [que según afirma Castro eran estrictamente defensivos] representaría una gran derrota para Kennedy. Kennedy no toleraría esa derrota. Hoy estudiamos con mucho cuidado a los candidatos en Estados Unidos, estamos centrados en McCain y Obama. Miramos con lupa todos sus viejos discursos. En particular los pronunciados en Florida, donde oponerse a Cuba se ha convertido en un negocio rentable para muchos. En Cuba tenemos sólo un partido, pero en Estados Unidos hay muy poca diferencia. Ambos partidos son una expresión de la clase gobernante.

Dice que los miembros actuales del lobby cubano de Miami son descendientes de la riqueza de la era de Batista o terratenientes internacionales “que sólo pagaron centavos por su tierra” mientras Cuba vivía bajo el dominio absoluto de Estados Unidos durante sesenta años.

–La reforma agraria de 1959 fue el Rubicón de nuestra Revolución. Una sentencia de muerte para nuestras relaciones con Estados Unidos.

Castro parece estudiarme mientras toma otro sorbo de té.

–En aquel momento no se discutía de socialismo ni de ningún trato de Cuba con Rusia. Pero la suerte estaba echada.

Después de que el gobierno de Eisenhower atentó contra dos barcos con un cargamento de armas que iban a Cuba, Fidel extendió su mano a antiguos aliados. Dice Raúl:

–Se las pedimos a Italia. ¡No! Se las pedimos a Checoslovaquia. ¡No! Nadie nos daba armas para defendernos, porque Eisenhower los había presionado. Así que cuando Rusia nos las dio no tuvimos tiempo para aprender a utilizarlas antes de que Estados Unidos nos atacase en Bahía de Cochinos.

Se ríe y se dirige a un servicio adyacente, desapareciendo un momento tras una pared, tras lo cual vuelve de inmediato a la sala, y bromea:

–A los 77 años es culpa del té.

Bromas aparte, Castro se mueve con la agilidad de un hombre joven. Hace ejercicio a diario, sus ojos brillan al mirar y su voz es potente. Reanuda la conversación donde la dejó.

–Sabes, Sean, hay una famosa fotografía de Fidel de cuando la invasión de Bahía de Cochinos. Él está parado frente a un tanque ruso. Todavía no sabíamos ni siquiera cómo dar marcha atrás con aquellos tanques –se ríe–. ¡La retirada no está entre nuestras opciones!

Raúl Castro se muestra cálido, abierto, lleno de energía y hace alarde de una aguda inteligencia.

Retomo el asunto de las elecciones estadounidenses y le repito la pregunta que Brinkley le hizo a Chávez:

–¿Aceptaría Castro una invitación a Washington para reunirse con el presidente Obama, suponiendo que gane, sólo pocas semanas después?

Raúl Castro reflexiona:

–Es una pregunta interesante –dice, y se sume en un largo, incómodo silencio, hasta que termina por añadir–: Estados Unidos tiene el proceso electoral más complicado del mundo. Hay ladrones electorales con mucha experiencia en el lobby cubano-americano de Florida…

Lo interrumpo:

–Creo que ese lobby se está deshaciendo -y con la seguridad de un optimista a toda prueba, añado–: Obama va a ser nuestro próximo presidente.

Castro sonríe, al parecer a causa de mi candidez, pero su sonrisa desaparece mientras dice:

–Si no lo matan antes del 4 de noviembre será su próximo presidente.

Le señalo que todavía no ha respondido a mi pregunta sobre el encuentro en Washington.

–Sabes –dice–, he leído las declaraciones que ha hecho Obama sobre que mantendrá el bloqueo.

Hago un breve comentario:

–Utilizó la palabra embargo.

–Sí –dice Castro–, el bloqueo es un acto de guerra, así que los estadounidenses prefieren hablar de embargo, una palabra que se utiliza en documentos legales… Pero, en cualquier caso, sabemos que se trata de lenguaje preelectoral y que también ha dicho que está dispuesto a discutir con cualquiera.

Raúl interrumpe su propio discurso:

–Probablemente estés pensando, vaya, el hermano habla tanto como Fidel –nos reímos los dos–. No suele ser así, pero ya sabes, Fidel… una vez había una delegación aquí, en esta sala, de China. Varios diplomáticos y un joven traductor. Creo que era la primera vez que el traductor estaba con un jefe de Estado. Habían tenido un vuelo muy largo y estaban bajo los efectos del desfase horario. Fidel, por supuesto, lo sabía, pero siguió hablando durante horas. Pronto, a uno que estaba al final de la mesa, justo ahí [señala una silla cercana] se le empezaron a cerrar los ojos. Luego a otro, y a otro. Pero Fidel seguía hablando. No pasó mucho tiempo hasta que todos, incluido el de más rango, al que Fidel le había estado dirigiendo directamente la palabra, estaban roncando. Así que Fidel volvió los ojos hacia el que estaba despierto, el joven traductor, y siguió conversando con él hasta el amanecer.

A aquellas alturas de la historia, tanto Raúl como yo nos desternillábamos de risa. Yo sólo me había reunido una vez con Fidel, cuya mente asombrosa y cuya pasión eran un manantial de palabras. Pero me bastó como muestra. El único que no se reía cuando Raúl Castro retomó el hilo fue nuestro traductor.

–En mi primera declaración después de que Fidel cayera enfermo dije que estamos dispuestos a discutir sobre nuestras relaciones con Estados Unidos de igual a igual. Más tarde, en 2006, lo dije de nuevo en un discurso en la Plaza de la Revolución. Los medios estadounidenses se burlaron diciendo que yo estaba aplicando cosmética a la dictadura.

Le ofrezco otra oportunidad de hablar al pueblo estadounidense. Responde:

–Los estadounidenses son nuestros vecinos más inmediatos. Deberíamos respetarnos. Nosotros no hemos tenido nunca nada contra el pueblo estadounidense. Unas buenas relaciones serían mutuamente ventajosas. Quizá no podamos resolver todos nuestros problemas, pero podremos resolver muchos de ellos.

Hace una pausa y medita lentamente un pensamiento.

–Voy a decirte algo que no he dicho nunca antes en público. En algún momento alguien del Departamento de Estado lo filtró, pero lo silenciaron de inmediato por miedo al electorado de Florida, aunque ahora, cuando se lo diga, el Pentágono pensará que soy indiscreto.

Contengo la respiración mientras espero sus palabras.

–Desde 1994 hemos estado en contacto permanente con los militares estadounidenses, por acuerdo mutuo secreto –me dice Castro–. Se basó en la premisa de que discutiríamos asuntos únicamente relacionados con Guantánamo. El 17 de febrero de 1993, tras una petición de Estados Unidos de que discutiésemos asuntos relacionados con localizadores de boyas para la navegación de barcos en la bahía, fue el primer contacto en la historia de la Revolución. Entre el 4 de marzo y el 1 de julio tuvo lugar la crisis de los balseros. Se estableció una línea directa entre nuestros dos ejércitos y el 9 de mayo de 1995 nos pusimos de acuerdo para celebrar reuniones mensuales con altos cargos de ambos gobiernos. Hasta la fecha, ha habido 157 reuniones y todas ellas están grabadas. Las reuniones tienen lugar el tercer viernes de cada mes. Alternamos las localizaciones entre la base estadounidense en Guantánamo y el territorio cubano. Hemos realizado maniobras conjuntas de respuesta a emergencias. Por ejemplo, prendemos un fuego y los helicópteros estadounidenses traen agua de la bahía, de concertación con helicópteros cubanos. [Antes de esto] la base estadounidense en Guantánamo sólo había creado caos. Habíamos perdido guardias fronterizos y tenemos pruebas gráficas de ello. Estados Unidos había alimentado la emigración ilegal, llena de peligros, y sus guardacostas interceptaban a los cubanos que trataban de abandonar la isla. Los traerían a Guantánamo e iniciamos una mínima cooperación. Pero nosotros dejaríamos de guardar nuestra costa. Si alguien quería irse, les dijimos, que se fuera. Y así, con los asuntos de navegación empezamos a colaborar. Ahora, en las reuniones de los viernes siempre hay un representante del Departamento de Estado. –No da ningún nombre. Continúa–: El Departamento de Estado tiene tendencia a ser menos razonable que el Pentágono. Pero ninguno levanta la voz porque… yo no participo. Porque yo hablo fuerte. Es el único lugar en el mundo donde esos dos militares se reúnen en paz.

–¿Y qué pasa con Guantánamo? –le pregunto.

–Te diré la verdad –dice Castro–. La base es nuestro rehén. Como presidente digo que Estados Unidos debe irse. Como militar digo que los dejemos quedarse.

En mi interior empiezo a preguntarme si está a punto de revelarme una gran noticia. ¿O será de poca importancia? Nadie debería sorprenderse de que los enemigos se hablen por detrás del escenario. Lo que sí es una sorpresa es que me lo esté contando. Y, con ello, doy un rodeo y regreso al asunto de un encuentro con Obama.

–En el caso de que se celebrase una reunión entre usted y el próximo presidente, ¿cuál sería la primera prioridad de Cuba?

Sin dudarlo, responde:

–Normalizar el comercio.

La indecencia del embargo estadounidense contra Cuba nunca ha sido más evidente que ahora, en la estela de tres huracanes devastadores. Las necesidades del pueblo cubano nunca han sido más desesperadas. El embargo es sencillamente inhumano y totalmente improductivo. Raúl continúa:

–La única razón del embargo es hacernos daño. Nada puede disuadir a la Revolución. Dejemos que los cubanos vengan de visita con sus familias. Dejemos que los estadounidenses vengan a Cuba.

Parece como si estuviera diciendo, dejémoslos venir a ver esta terrible dictadura comunista de la que no cesan de escuchar en la prensa, donde incluso representantes del Departamento de Estado y destacados disidentes reconocen que en unas elecciones libres y abiertas en Cuba, el Partido Comunista que gobierna obtendría hoy el 80% de los votos. Le enumero una lista de varios conservadores estadounidenses que han criticado el embargo, desde el fallecido economista Milton Friedman a Colin Powell, pasando incluso por el senador republicano de Texas Kay Bailey Hutchison, quien dijo, “Hace tiempo que vengo pensando que deberíamos buscar una nueva estrategia para Cuba. Y ésta consiste en establecer más comercio, sobre todo comercio de productos alimentarios, especialmente si podemos ofrecer al pueblo más contacto con el mundo exterior. Y si podemos remontar la economía eso podría servir para que la gente fuera más capaz de luchar contra la dictadura.”

Ignorando el desaire, Castro replica con descaro:

–Aceptamos el reto.

A estas alturas ya hemos pasado del té al vino tinto y a la cena.

–Déjame decirte algo –dice–. Hemos hecho nuevas prospecciones, según las cuales hay grandes posibilidades de reservas de petróleo en nuestro litoral, que las compañías estadounidenses podrían venir a perforar. Podemos negociar. Estados Unidos está protegido por las mismas leyes comerciales cubanas que protegen a cualquier otro país. Quizá pueda haber reciprocidad. Hay 110.000 km cuadrados de mar en el área dividida. Dios no sería justo si no nos concediese algún petróleo. No creo que nos prive de esa manera.

De hecho, el US Geological Survey calcula que en el área hay reservas de nueve mil millones de barriles de petróleo y 31 billones de pies cúbicos de reservas de gas natural en la cuenca marítima del norte de Cuba. Ahora que han mejorado las inestables relaciones con México de los últimos tiempos, Castro está tratando también de mejorarlas con la Unión Europea.

–Las relaciones con la EU deberían mejorar cuando se vaya Bush –dice confiado.

–¿Y con Estados Unidos? –le pregunto.

–Escucha –dice–, tenemos tanta paciencia como los chinos. El 77% de nuestra población ha nacido después del bloqueo. Soy el ministro de Defensa que más ha durado en toda la historia. Cuarenta y ocho años y medio hasta el pasado octubre. Por eso visto este uniforme y sigo trabajando en mi antiguo despacho. No hemos tocado nada en el despacho de Fidel. En las maniobras militares del Pacto de Varsovia yo era el más joven y el que más tiempo estaba en el cargo. Luego fui el más antiguo y sigo siendo el que más tiempo estuvo. Iraq es un juego de niños en comparación con lo que le pasaría a Estados Unidos si invadiese Cuba. –Tras un sorbo de vino, Castro añade–: Prevenir una guerra equivale a ganarla. Ésa es nuestra doctrina.

Una vez terminada la cena, el presidente y yo salimos por de unas puertas correderas de vidrio a una terraza que parece un invernadero con plantas tropicales y pájaros. Mientras continuamos paladeando el vino, dice:

–Hay una película americana en la que la elite está sentada en torno a una mesa y trata de decidir quién será el próximo presidente. Miran por la ventana y ven al jardinero. ¿Sabes a qué película me refiero?

–Being There – digo.

–¡Eso! –responde Castro con excitación–- Being There. Me gustó mucho. Con Estados Unidos existe cualquier posibilidad objetiva. Los chinos dicen: “En el camino más largo uno empieza con el primer paso”. El presidente de Estados Unidos debería dar ese primer paso, pero sin amenazar nuestra soberanía. Eso no es negociable. Podemos exigir sin decirle al otro lo que tiene que hacer dentro de sus fronteras.

–Señor Presidente –digo–, durante el último debate presidencial en Estados Unidos vimos cómo John McCain alentaba el acuerdo de libre comercio con Colombia, un país conocido por sus escuadrones de la muerte y sus asesinatos de líderes obreros, y esas relaciones continúan mejorando, conforme el gobierno de Bush trata de hacer avanzar ese acuerdo en el Congreso. Como bien sabe, acabo de llegar de Venezuela, país al que, al igual que a Cuba, el gobierno de Bush considera una nación enemiga, incluso si les compramos mucho petróleo. Se me ocurre que Colombia puede razonablemente convertirse en nuestro aliado geográficamente estratégico en Sudamérica, de la misma manera que Israel lo es en el Oriente Próximo. ¿Tiene algún comentario que hacer?

Medita cuidadosamente la pregunta y me responde en un tono lento y calculado:

–En estos momentos –dice– tenemos buenas relaciones con Colombia. Pero debo decir que si hay un país en Sudamérica con un entorno vulnerable a eso… es Colombia.

Teniendo en mente las sospechas de Chávez sobre las intenciones estadounidenses de intervenir en Venezuela, respiro hondo.

Se está haciendo tarde, pero no quería irme sin preguntarle a Castro sobre las alegaciones de violaciones de derechos humanos y el narcotráfico, supuestamente facilitado por el gobierno cubano. Un informe de 2007 de Human Rights Watch señala que Cuba "sigue siendo el único país en Latinoamérica que reprime casi cualquier forma de disidencia política”. Además, hay unos 200 prisioneros políticos en Cuba hoy en día, aproximadamente el 4% de los cuales están condenados por crímenes de disidencia no violenta. Mientras espero los comentarios de Castro, no puedo evitar pensar en la cercana prisión estadounidense de Guantánamo y en los horrendos crímenes que Estados Unidos comete contra los derechos humanos.

–Ningún país está libre de abusos contra los derechos humanos al cien por cien –me dice Castro. Pero insiste–: Los informes de los medios estadounidenses son muy exagerados e hipócritas.

De hecho, incluso destacados disidentes cubanos, como Eloy Gutiérrez Menoyo, reconocen estas manipulaciones y acusan a la Oficina de Intereses de Estados Unidos de obtener testimonios disidentes por medio de pagos en metálico. Irónicamente, en 1992 y 1994 Human Rights Watch también describió desórdenes e intimidaciones por parte de grupos anticastristas en Miami, descritas por el escritor y periodista Reese Erlich como “violaciones normalmente asociadas con dictaduras latinoamericanas”.

Dicho lo cual, soy un estadounidense orgulloso y sé positivamente que si fuese ciudadano de Cuba y tuviese que escribir un artículo como ése sobre los dirigentes cubanos podrían encarcelarme. Más aún, estoy orgulloso de que el sistema establecido por nuestros padres fundadores, aunque hoy en día no sea exactamente el mismo, nunca haya dependiódo de sólo un gran líder por época. Estas cosas siguen estando en entredicho con respecto a los héroes románticos de Cuba y Venezuela. Pienso en mencionarlo, y quizá debiera hacerlo, pero tengo algo distinto en mente:

–¿Podemos hablar sobre drogas? –le pregunto a Castro. Me responde:

–Estados Unidos es el mayor consumidor de narcóticos en el mundo. Cuba está situada directamente entre Estados Unidos y sus proveedores. Para nosotros es un gran problema… Con la expansión del turismo se ha desarrollado un nuevo mercado y nosotros nos enfrentamos a él. Se dice también que permitimos que los narcotraficantes atraviesen el espacio aéreo cubano. No permitimos algo así. Estoy seguro de que algunos de esos aviones se nos cuelan. Si ya no tenemos un radar de baja altitud en funcionamiento se debe simplemente a las restricciones económicas.

Aunque parezca un cuento chino no es así. Según el coronel Lawrence Wilkerson, un antiguo consejero de Colin Powell, Wilkerton le dijo a Reese Erlich en una entrevista del pasado enero que “los cubanos son nuestros mejores aliados en la guerra contra las drogas y contra el terrorismo en el Caribe. Incluso mejores que México. Los militares consideran que Cuba es un aliado muy cooperativo.”

Quiero hacerle a Castro por última vez la pregunta que no me ha respondido, pues nuestro mutuo lenguaje corporal nos indica que ya pasó la medianoche. Es la 1 de la madrugada, pero él se lanza:

–Bueno –dice–, me preguntaste que si yo aceptaría un encuentro con Obama en Washington. Tendría que pensarlo. Lo discutiría con mis camaradas de la dirigencia. Personalmente creo que no sería justo que yo fuese el primero en visitar, porque siempre son los presidentes latinoamericanos quienes van primero a Estados Unidos. Pero tampoco sería justo esperar que el presidente de Estados Unidos venga a Cuba. Deberíamos encontrarnos en un lugar neutral.

Hace una pausa y deposita su copa de vino vacía.

–Quizá podríamos encontrarnos en Guantánamo. Tenemos que encontrarnos y empezar a resolver nuestros problemas y, al final del encuentro, podríamos darle un regalo al presidente… podríamos enviarlo de vuelta con la bandera estadounidense que ondea en la Bahía de Guantánamo.

Cuando salimos de su despacho seguidos por el personal, el presidente Castro me acompaña en el ascensor hasta el vestíbulo y viene conmigo hasta el coche que me espera. Le doy las gracias por la generosidad de su tiempo. Cuando el chófer arranca el motor, el presidente da unos golpecitos en la ventanilla de mi lado. Bajo el cristal mientras que él mira su reloj y se da cuenta de que han pasado siete horas desde que iniciamos la entrevista. Sonriendo, dice:

–Ahora voy a llamar a Fidel. Te lo prometo. Cuando Fidel se entere de que he hablado contigo durante siete horas se asegurará de concederte siete horas y media cuando regreses a Cuba.

Reímos al unísono y nos damos un último apretón de manos.

Ha llovido antes por la noche. En esta oscuridad de las primeras horas, mientras los neumáticos pulverizan agua sobre la húmeda calzada de una apacible mañana habanera, me doy cuenta de que las cuestiones más básicas de la soberanía permiten comprender muy bien las complejidades del antagonismo estadounidense contra Cuba y Venezuela, así como las políticas de ambos países. Nunca han tenido más que dos opciones: o ser imperfectamente nuestros o imperfectamente suyos.

¡Viva Cuba, viva Venezuela, viva USA!
Cuando regresé a la casa del protocolo eran cerca de las dos de la mañana. Mi viejo amigo Fernando, temiendo que llegase borracho, me había esperado. Mis compañeros habían pasado una mala noche. El pobre Fernando había pagado los platos rotos de su frustración. No sabían dónde estaba ni por qué me había ido sin ellos. Y los funcionarios cubanos que habían podido contactar les habían insistido en que estuviesen preparados por si acaso alguno de los hermanos Castro les ofrecía espontáneamente una entrevista. De manera que también se habían perdido al menos una noche cubana. Después de ponerme al corriente, Fernando se fue a dormir un par de horas. Yo me quedé revisando mis notas y fui el primero en sentarme a la mesa para el desayuno, a las 4:45. Cuando Douglas e Hitch bajaban por las escaleras, me cubrí la cabeza con el borde del mantel fingiendo vergüenza. Supongo que en aquellas circunstancias era un poco temprano (y no sólo por la hora) para poner a prueba su humor. La broma no funcionó. Mientras que Fernando volaba hacia a Buenos Aires, nosotros desayunamos tranquilamente y luego volamos de vuelta al hogar, dulce hogar.

Cuando llegué a Houston me di cuenta de que había sobrestimado la insensibilidad de aquellos dos profesionales con experiencia. Cualquier hielo previo se había fundido. Nos dijimos adiós, celebrando aquellos días emocionantes. Ninguno de ellos había sido lo bastante malicioso como para preguntarme por el contenido de mi entrevista, pero cuando se disponía a conectar con el vuelo que lo llevaría hacia el Este, Christopher me dijo al despedirse, “Bueno... supongo que la leeremos”.

¡Sí, se puede!
Estaba sentado en el borde de la cama con mi mujer, mi hijo y mi hija. Se me saltaron las lágrimas mientras Barack Obama hablaba por primera vez como presidente electo de Estados Unidos. Cerré los ojos y empecé a ver una película en mi mente. También podía oír la música, que muy apropiadamente era de las Dixie Chicks cantando una canción de Fleetwood Mac sobre imágenes montadas a cámara lenta. Allí estaban Bush, Hannity, Cheney, McCain, Limbaugh y Robertson. Los vi a todos. Y la canción fue en aumento conforme la imagen de Sarah Palin acaparaba la pantalla. Natalie Maines cantaba dulcemente,

Y vi mi reflejo en las colinas cubiertas de nieve
hasta que la victoria aplastante me derrumbó
Victoria aplastante me derrumbó…


Fuente: Conversations With Chavez and Castro

Sean Penn es actor y director de cine estadounidense.

Germán Leyens y Manuel Talens son miembros de Rebelión. Talens es asimismo miembro de Cubadebate y Tlaxcala.

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sábado, 29 de noviembre de 2008

Dimitri A. Medvedev

Reflexiones del compañero Fidel
Dimitri A. Medvedev

28-11-2008

Lo había observado durante las numerosas actividades que como Presidente de la Federación Rusa ha realizado durante las últimas semanas, a partir de la agudización de la crisis financiera que azota al mundo. La Federación Rusa es uno de los más poderosos Estados de la comunidad internacional a pesar de la desintegración de la URSS.

En sus intervenciones, el Presidente ruso se caracteriza por la precisión, claridad y brevedad de sus palabras. No hay tema que eluda, ni pregunta que deje sin responder. Posee conocimientos amplios. Persuade a los oyentes. Quienes discrepan lo respetan.

Expresó sus deseos de conversar conmigo durante su visita. Fue para mí un honor, y tuve la seguridad de que sería un encuentro agradable.

Los últimos meses han sido de sorprendentes cambios y situaciones nuevas. Los yanquis lanzaron sus acciones ilegales sobre Osetia del Sur y Abjazia, dos países que no tienen nada que ver con Georgia, armada hasta los dientes por los Estados Unidos, que alentaron y prepararon a los hombres y suministraron las armas para atacar a las fuerzas rusas que legalmente estaban allí para evitar los derramamientos de sangre que se estaban produciendo, un hecho reconocido por la comunidad internacional y pendiente de solución. De la aventurera guerra de Iraq se movían, como refuerzo de los atacantes, dos mil mercenarios georgianos al servicio de la infame guerra de conquista yanqui en busca de petróleo.

La voz serena, pero firme de Medvedev, recién electo presidente de la Federación Rusa, se hizo sentir con fuerza.

Otro cambio importante fue la elección del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de piel negra, cansado de la carnicería implantada en Iraq por Bush, y sobre todo disgustado con la forma errática con que este enfrentaba y agudizaba la crisis financiera, cada vez más grave y potencialmente más peligrosa para la economía de ese país y del mundo.

Los hechos tenían lugar simultáneamente con las elecciones generales en Paraguay y el Referendo en Ecuador, ambos de gran trascendencia; las elecciones regionales en Nicaragua, y de modo especial en Venezuela, que configuraban un cuadro de creciente desacato al hegemonismo asfixiante del imperio. Coincidentes con tales acontecimientos, se celebraron reuniones en Washington y Lima de los miembros del G-20 y G-21. Los Presidentes de Rusia y de China, dos baluartes insoslayables del escenario mundial, estaban presentes en ambas reuniones junto a los líderes de decenas de Estados de los cinco continentes que participaron y con muchos de los cuales intercambiaron.

Al regresar de Perú después de su visita a Brasil, Medvedev viajó a Venezuela, donde coincidió con la reunión del ALBA en Caracas, con cuyos representantes de alto nivel se reunió para satisfacción de todos.

A su vez, un destacamento naval ruso arribaba a ese hermano país. No es difícil comprender la importancia de la presencia en tales actividades del ilustre visitante con el que me reuní en la mañana de hoy viernes.

Para mí era de sumo interés conocer sus impresiones acerca de los acontecimientos señalados.

La reunión duró esta vez sólo una hora y 15 minutos. Llegó acompañado por Ricardo Cabrisas, vicepresidente del gobierno cubano responsabilizado con las negociaciones de Cuba con Rusia, China y Venezuela, los tres pilares más importantes de nuestro intercambio comercial en estos momentos, que el poderoso imperio no ha podido bloquear.

No dejé de abordar con él un solo punto esencial, desde nuestras posiciones, respecto a Estados Unidos, donde no cabe la idea de que aceptemos la política de garrote y zanahoria ni de que renunciemos a la devolución de hasta el último metro cuadrado del territorio de Guantánamo ocupado por la fuerza en nuestro país.

Le reiteré nuestra política paciente y pacífica, pero sin descuidar nunca nuestra capacidad defensiva frente a un potencial agresor. Ningún país comprendería mejor esta política que Rusia, constantemente amenazada por el mismo adversario de la paz.

De igual o mayor importancia todavía fue la expresión de nuestras ideas sobre los graves problemas inmediatos en campos cruciales que hoy enfrentan los pueblos, en su búsqueda de un mundo multipolar que garantice el desarrollo sostenido y pacífico.

La agenda parece extensa, y sin embargo ambos intercambiamos sobre estos temas, una buena prueba de que todavía, a pesar de su complejidad, los problemas del mundo pueden ser abordados antes de que se vuelvan inmanejables.

Para mí el encuentro constituyó un gran estímulo. Quedé con un alto concepto sobre la capacidad intelectual de Medvedev, que ya había imaginado en él. Es el más joven entre los más importantes jefes de Estado del mundo, el que a su vez abarca el más extenso territorio.

¡Con cuánta emoción escuchábamos en todas partes el himno ruso, bajo cuyas notas el pueblo heroico de Rusia derramó la sangre de muchos millones de hombres y mujeres, sin cuyo sacrificio no se habría obtenido la victoria sobre el nazi-fascismo!

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Los asesores de Obama son una estafa a los electores

Paul Craig Roberts
Traducido por Horizons et débats


Si el cambio prometido por el presidente electo Obama incluye un fin de las guerras de agresión norteamericanas y un fin del saqueo a los contribuyentes por los altos intereses financieros, ¿cómo se explican los asesores que eligió Obama en política exterior y económica? En realidad, la elección de Rahm Israel Emanuel como jefe de gabinete de la Casa Blanca, es una señal que el cambio ha terminado con la elección de Obama. Lo único diferente en la nueva administración serán los rostros.


Un jefe de gabinete con antecedentes terroristas
Rahm Israel Emanuel apoyó la invasión de Bush en Iraq. Emanuel logró una cierta relevancia dentro del Partido Democrático por sus conexiones con el American Israeli Public Affairs Commitee (AIPAC) con cuya colaboración colectó fondos para el partido. Es un gran patrocinador de AIPAC y proviene de una familia terrorista. Su padre fue miembro de Irgun, una organización sionista terrorista, que expulsó con violencia a los ingleses y a los palestinos de Palestina para crear el estado de Israel. Durante la guerra del Golfo en 1991, Rahm Israel Emanuel servía como voluntario en la armada israelí. Fue miembro del consejo de administración de Freddie Mac y recibió un sueldo de 231 655 dólares norteamericanos en 2001.

Según el diccionario en internet Wikipedia «en el período que Emanuel estaba en el consejo, Freddie Mac fue plagada por escándalos relacionados con donaciones para campañas electorales e irregularidades en las balanzas». En «Salud al Jefe de gabinete» Alexander Cockburn describe a Emanuel como «Súper-Águila-Likud»: como presidente del comité para la campaña electoral del partido democrático en las elecciones congresales en 2006, Emanuel «hizo grandes esfuerzos para apartar a los candidatos del partido demócrata que eran contrarios a la guerra». Mis abatidos amigos del movimiento pacifista israelí se preguntan: «¿Qué hace ese hombre en la administración de Obama?»

Obamania – intento de salvar la imagen de un imperio en decadencia
La elección de Obama fue necesaria como la única posibilidad de hacer responsables a los republicanos por sus crímenes contra la constitución y los derechos humanos, por su violación de las leyes de EE.UU. y del derecho internacional, por sus mentiras y engaños y sus fraudes financieros. Como figura en un artículo de «Prawda», «sólo Satanás podría haber sido peor que el régimen de Bush».Por eso podría decirse que la nueva administración de EE.UU. no puede ser peor que la que distanció a los corazones y a las mentes de los norteamericanos de sus hermanos de la comunidad internacional, que horrorizó al resto del mundo por medio de shocks y tácticas para atemorizar, incluyendo «campos de concentración, tortura, genocidio y un desprecio total del derecho internacional».

Pero los asesores de Obama pertenecen a la misma pandilla de gángsters de Washington y banqueros de Wall Street cercanos a Bush.

Asesores de Obama – criminales de guerra «democráticos»
Richard Holbrooke fue vice ministro del exterior y embajador durante la administración de Clinton. Instauró la ampliación de la OTAN y llevó la alianza militar hasta la frontera rusa – contrariamente a lo que Reagan había prometido a Gorbachov. A Holbrooke se lo asocia también con el bombardeo ilegal de Serbia durante el gobierno de Clinton, un crimen de guerra que le costó la vida a civiles y a diplomáticos chinos. Aún cuando Holbrooke no sea un neoconservador, es un íntimo aliado de ellos.

Según Wikipedia, Madeleine Albright nació en Praga y su nombre era Marie Jana Korbelova. Sus padres eran judíos convertidos al catolicismo para escapar de la persecusión. Ella fue la ministra del exterior en la era Clinton quien en el programa televisivo «60 minutos» declaró frente a Leslie Stahl, que la política norteamericana de sanciones contra el Iraq, que tuvo como consecuencia la muerte de cientos de miles de niños iraquíes, perseguía objetivos que eran lo suficientemente importantes para justificar la muerte de esos cientos de miles de niños. Las palabras vergonzosas de Albright fueron: «Creemos que eso vale ese precio». Wikipedia informa, que esa amoral pertenecía a la junta directiva de la Bolsa de Valores de Nueva York en el momento del escándalo de Dick Grassos y los 187,5 millones de dólares de indemnización por daños y perjuicios.

Dennis Ross está en conexión desde hace tiempo con las «negociaciones de paz» entre Israel y Palestina. Sobre el equipo norteamericano encabezado por Ross, escribió Aaron David Miller – miembro del grupo en la era Clinton – que en los años de negociaciones 1999 y 2000 este equipo prácticamente actuaba como abogado de Israel: «Para todo teníamos que tener primeramente la aprobación de Israel.» Eso «le quitó a nuestra política la independencia y flexibilidad necesarias para verdaderas negociaciones de paz. Si no podíamos hacer propuestas sin que estuvieran anteriormente aceptadas por Israel, y tampoco podíamos refutarles cuando decían ‹no›, ¿qué efectividad podía tener nuestra mediación?» Según Wikipedia, Ross es «presidente de un think tank con asiento en Jerusalén, el Jewish people Policy Planning Institute, fundado y financiado por la Jewish Agency».

Obviamente este no es un grupo de asesores que va a querer poner fin a las guerras de EE.UU. contra los enemigos de Israel, y que tampoco va a aceptar las condiciones necesarias para una verdadera pacificación en el cercano oriente.

«Superó todos los récords de servilismo y adulación»
Ralph Nader ya lo predijo. En su «carta abierta a Barack Obama» (3 de noviembre de 2008) Nader le remarcó a Obama que «su transformación de un defensor de los derechos palestinos […] en un instrumento de los más rígidos del lobby AIPAC» ponen a «una mayoría de los judíos americanos» y un «64% de los israelís» en su contra. Nader cita la descripción que hizo el autor israelí pacifista Uri Avnery sobre la presentación de Obama frente al AIPAC: «Superó todos los récords de servilismo y adulación.» Nader acusa a Obama por su «falta total de coraje político al someterse a las demandas de las personas intransigentes quienes prohibieron al ex presidente Jimmy Carter hablar en la Democratic National Convention». Carter – quien logró el único acuerdo verdadero de paz entre Israel y los árabes – fue endemoniado por el lobby poderoso de AIPAC por haber criticado la política de apartheid de Israel con respecto a los palestinos – cuyo territorio Israel mantiene ocupado por la fuerza.

Un diablo deberá exorcizar al diablillo
El equipo económico de Obama tampoco es mejor. El miembro estelar es Robert Rubin, el banquero que fue ministro de economía en la administración de Clinton. Rubin es responsable de la derogación de la ley Glass-Steagall y con ello de la crisis financiera actual. Nader señala en su carta a Obama, que las donaciones de Wall Street para su campaña electoral no tuvieron precedentes. «Nunca un candidato a presidente del partido democrático había superado en ese sentido a su rival republicano.»

Quien es el que realmente decide sobre el equipo
El discurso de Obama después de su tri­unfo fue sensacional. Las imágenes en televisión de los rostros en el público mostraban la esperanza y la credibilidad que ayudaron a Obama a llegar a la presidencia. En Washington no hay nadie que él podría nombrar que fuera capaz de realizar cambios. En caso que Obama quisiera a alguien fuera del grupo ya previsto, y se sospechara que éste intentaría algún cambio, el senado no lo aceptaría. Grupos de intereses poderosos – AIPAC, el aparato militar y de seguridad, Wall Street – utilizan su influencia política para bloquear nombramientos inaceptables. Como dijo Alexander Cockburn en su columna bajo el título «Obama, el perfecto republicano»: «La mano muerta del pasado nunca tuvo a un ‹candidato reformista› agarrado de la garganta con tanta fuerza.»

La guerra contra Irán – aún probable
En su primera conferencia de prensa como presidente electo, Obama confirmó el veredicto de Cockburn. No teniendo en cuenta el US National Intelligence Estimate, que por unanimidad llegó a la conclusión de que Irán puso fin a su trabajo en armas nucleares hace cinco años, e ignorando lo que constantemente aseguran las autoridades de la Agencia internacional de Energía Atómica, que ningún material nuclear para los reactores civiles en Irán fueron utilizados para producir armas, Obama hizo un ataque junto con la propaganda del lobby israelí y culpó a Irán «de desarrollar armas nucleares» y prometió «prevenir que ésto ocurra».1

Recesión y endeudamiento
El cambio que está viniendo para EE.UU.no tiene nada que ver con Obama. El cambio viene de la crisis financiera producida por la avaricia y la irresponsabilidad de Wall Street, por el decaimiento del rol del dólar como reserva de divisa, por la insolvencia de cantidades de deudores de hipotecas, por el traslado de millones de lugares de trabajo hacia el exterior, por la creciente recesión, por el hecho que pilares de la industria estadounidense – Ford y General Motors – mendigan del gobierno dinero de los contribuyentes, para mantenerse en pie y para liberarse de un déficit presupuestario y comercial que es demasiado alto para poder cubrirlo por medios normales.

Tradicionalmente, el gobierno toma medidas políticas fiscales y monetarias para rescatar la economía de una recesión. Pero esta vez no funciona con dinero fácil. Las tasas de intereses ya son bajas y el crecimiento del dinero es alto, y sin embargo la desocupación aumenta. El deficit presupuestario es ya enorme – un récord mundial – y la tinta roja no estimula la economía. Bajos intereses y altos déficits de presupuesto, ¿pueden ayudar a una economía que se ha trasladado al exterior y ha dejado consumentes desocupados cargados de deudas? ¿Cuánto más puede pedir prestado el gobierno? Los acreedores extranjeros de EE.UU. se hacen esa pregunta.

El mundo está harto de las deudas de EEUU…
Recientemente un órgano oficial del partido gobernante chino hizo un llamado a los países asiáticos y europeos para que «quiten al dólar de sus relaciones comerciales y confíen sólo en la propia moneda». «¿Por qué» – pregunta otra publicación – «China debe ayudar a EE.UU., hacer deudas sin fin, creyendo que el crédito nacional de EE.UU. puede expanderse sin límite?»

…hartos de arrogancia, terror e hipocresía
El mundo está cansado de la hegemonía norteamericana y está harto de la arrogancia estadounidense. La reputación de EE.UU. está arruinada: el debacle financiero, la tinta roja sin fin, Abu Ghraib, Guantánamo, secuestros, tortura, guerras ilegales basadas en mentira y engaño, violación del derecho internacional y de la soberanía de otros países, crímenes de guerra, incumplimiento de las convenciones de Ginebra, abolición de las garantías del estado de derecho y de la división de poderes, un estado policial en el interior, constantes intervenciones en las cuestiones internas de otros países, hipocrecía sin límites. El cambio que viene es el fin del imperio norteamericano. Al dominador se le está acabando el dinero y la influencia. Obama como «el primer presidente negro» va a despertar esperanza y hacer posible que el teatro dure un poco más. Pero el nuevo siglo norteamericano ya pasó.


1 http://news.antiwar.com/2008/11/07/obama-hits-out-at-iran-closemouthed-on-tactics

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El cambio no es una opción más, es la única

Jorge Gómez Barata


Las reuniones del G20 y del Foro Económico Asia Pacifico (G21) fueron comedias mal montadas y peor actuadas. No hubo intercambio y lo que llaman “acuerdos” no son otra cosa que preceptos impuestos por Estados Unidos y presentados como si fueran resultado de un consenso. En realidad se trató de pésimos ejercicios de relaciones públicas para tratar de reflotar políticas muertas.

En ambas citas, Estados Unidos, actuando como centro y portavoz del núcleo del sistema imperialista, conocido como G7, se aseguró de que quedara firme el compromiso de: “Asegurar el libre comercio y proscribir toda actitud proteccionista. Lo insólito es que solamente entre el 7 de septiembre cuando el Departamento del Tesoro colocó bajo su protección a Freddie Mac y a Fannie Mae y la actualidad acude en ayuda del Citigroup y se discute la asistencia a la industria del automóvil, el Estado norteamericano, ha comprometido más de un billón y medio de dólares en operaciones de respaldo a entidades privadas.

¿Es esa la mano invisible del mercado? ¿Es eso libre comercio? Si eso no es proteccionismo: ¿qué es?

Lo curioso es que los presentes a las reuniones del G20 y del G21 asienten, sonríen y ninguno se revela, no sólo ante una colosal tomadura de pelo, sino frente a una maniobra que perjudicará directamente a las empresas y a los pueblos de la mitad de los países presentes que tendrán que cumplir al pie de la letra lo acordado, mientras Estados Unidos y Europa hacen caso omiso de su propia filosofía.

Dado sus niveles de productividad, las gigantescas economías desarrolladas que disponen de capital, controlan las transnacionales, los organismos crediticios, la OMC y operan un sistema monetario basado en el dólar, los países que forman el G7 y que disponen de insaciables y solventes mercados internos, disfrutan de todas las ventajas.

A todo ello se suman el predominio militar, la influencia política, la capacidad de presión de su diplomacia y el nivel de exigencia de sus mercados que dan a sus economías un blindaje perfecto e impenetrable sin necesidad de acudir a barreras arancelarias.

Estados Unidos, Europa y Japón no necesitan proteger sus industrias, su agricultura, su comercio y sus fianzas de la competencia del Tercer Mundo porque son ellos quienes dictan las pautas, fijan los estándares y colocan el listón a la altura que les conviene. Los países pobres, incluyendo los llamados emergentes, apenas disponen de márgenes para la maniobra; incluso aquellos que poseen cierta capacidad de presión, se abstienen de utilizarla porque su prosperidad depende de solvencia de los mercados occidentales.

No obstante las inmensas posibilidades de sus mercados internos, los países imperialistas necesitan del libre comercio porque, a pesar de su pobreza, los potenciales consumidores de los países subdesarrollados y emergentes constituyen fabulosas reservas que, precisamente por estar tan deprimidas, pueden crecer casi infinitamente y dar al capitalismo desarrollado los espacios que necesita para asegurar su vitalidad y su vigencia.

En la medida en que China, la India, Brasil, Argentina, toda Latinoamérica, Asia e incluso Africa aumenten sus niveles de consumo y mantengan abiertos sus mercados, tanto para la adquisición de tecnología, bienes de consumo industriales, alimentos y bisutería, como para vender a petróleo, minerales y valiosas materias primas, la economía de los países desarrollados, podrá crecer indefinidamente.

Obviamente Bush y su torpe administración guerrerista e imperialista al viejo estilo, no podían entender un hecho tan simple de que para ejercer la hegemonía mundial, Estados Unidos necesita que el mundo exista.

Tal vez no pase mucho tiempo para que una administración de sofisticados tecnócratas como la que está instalando Obama, avance no por los caminos de Clinton sino por los de Kennedy y conciba el progreso de la humanidad como elemento neutralizador de los conflictos sociales y como pivote para su propio progreso. No se necesita ser un genio para comprender que por los caminos de la paz, Estados Unidos lograría más que por los de la guerra y la agresión.

Tal vez en apenas unos meses, nadie se acuerde ya de las caricaturescas reuniones de Washington y Lima que Bush, frustrado y amargado por dejar como legado la certeza de haber sido el peor presidente de los Estados Unidos, utilizó para tratar de reciclar sus absurdas y turbias políticas.

Es probable que los Obama‘s boys comprendan lo que es obvio: Estados Unidos puede salir de la crisis, lo que no puede es salir solo. Muchos dudan de que haya tanta lucidez. Veremos.

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viernes, 28 de noviembre de 2008

El ascenso y la caída de Citigroup

Pam Martens
CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Ojalá que las dos campañas de publicidad mejor conocidas de Citigroup: “Citi nunca duerme” y “Vive con opulencia,” se conviertan en una señal de advertencia para la próxima generación: no sigas los consejos de ejecutivos monetarios privados de sueño y vive dentro de tus posibilidades. A partir del cierre del viernes, Citigroup tenía 2 billones de dólares en “activos” y 20.500 millones en valor en el mercado bursátil, lo que sugiere fuertemente que el término “activos” es algo inexacto en Wall Street. Tarde anoche el gobierno de EE.UU. aceptó tirar cientos de miles de millones de dólares más a ese agujero negro sin que a la compañía se le haya exigido algún plan de supervivencia como se hizo con los fabricantes de automóviles: aparentemente si uno produce esas máquinas de cuatro ruedas que nos llevan al trabajo se convierte en sospechoso; si fabricas pérdidas en derivados ininteligibles, estás bien.

Los cinco días de la espiral de la muerte de Citigroup la semana pasada fueron surrealistas. Conozco a unos 20 recién casados que tienen mejores planes de respaldo financiero que ese gigante de la banca global. El lunes tuvo lugar la reunión en la Casa del Ayuntamiento con empleados para anunciar el despido de 52.000 trabajadores. (¿No se supone que las reuniones en ese lugar inspiren confianza?) El martes vino el anuncio de que Citigroup perdió en un mes un 53% del dinero de un hedge fund interno y que vuelve a introducir a su balance 17.000 millones de dólares que habían sido ocultados en las Islas Caimán. El miércoles trajo la alegre noticia de que una firma legal sostiene que Citigroup vendió algo llamado MAT Five Fund como “sin riesgos” y “seguro” sólo para verlo perder un 80% de su valor. El martes, el príncipe saudí Walid bin Talal, de ese visionario país que no permite que mujeres conduzcan coches, se presentó para reasegurarnos que Citigroup está “subvalorado” y que él comprará más acciones. Como no tenemos príncipes propios, tendemos a asociarlos con cuentos de hadas... El día siguiente la acción bajó otro 20% y 1.020 millones de acciones cambiaron de manos. Cerró a 3,77 dólares.

En total, la acción perdió un 60% la semana pasada y un 87% en este año. El valor en el mercado de la compañía ha caído ahora de más de 250.000 millones de dólares en 2006 a 20.500 millones el viernes 21 de noviembre de 2008. Son 4.500 millones de dólares menos de lo que Citigroup debe a los contribuyentes por el programa de salvataje del Tesoro de EE.UU.

Para redondear las noticias de la semana apareció el viernes la revelación de que después de recibir 25.000 millones de dólares de dineros públicos, Citgroup seguiría cumpliendo con su compromiso de 400 millones de dólares, durante 20 años, y que haría un pago a cuenta de 20 millones para que el nuevo estadio de béisbol de los Mets se llame Citi Field, (Retroceso al pasado: 7 de abril de 1999: Enron acepta pagar más de 100 millones de dólares durante 30 años para bautizar un estadio de Houston como Enron Field.)

Fue necesaria la revocación de la Ley Glass-Steagall, legislación promulgada después del derrumbe de 1929 que prohibía que los bancos comerciales se fusionaran con sus primos casinos (bancos de inversión y firmas de corretaje) para crear Citigroup.

Sandy Weill tomó Travelers Insurance, la firma de corretaje Smith Barney (que se había combinado con la firma de corretaje Shearson), el banco de inversión Salomon Brothers y anunció el 6 de abril de 1998, que fusionaría todas esas unidades con el gigante de la banca comercial, Citicorp, propietaria de Citibank.

Como nunca fue alguien que permitiera que lo estorbaran las leyes, el señor Weill anunció este acuerdo a pesar de que su combinación no era permitida en esos días por la Ley Glass-Steagall.

Hizo “falta un pueblo” en el gobierno de Clinton [referencia a un libro de Hillary Clinton cuando era Primera Dama, N. del T.] para que fuera revocada la ley Glass-Steagall y se permitiera la creación del colosal monstruo financiero que necesitó exactamente una década para pagar 1.000 millones de dólares a su fundador y luego implosionar en un mar de pérdidas. Ese pueblo incluyó al Secretario del Tesoro Robert Rubin quien cabildeó exitosamente a favor de la abrogación de la ley de protección del inversionista, luego abandonó su puesto en el gabinete del gobierno de Clinton y mudó su plataforma de juego al consejo de administración de Citigroup, 17 días antes de que la ley que aniquiló Glass-Steagall fuera promulgada el 12 de noviembre de 1999. El señor Rubin cobraría 150 millones de dólares de Citigroup en los 9 años siguientes por su servicio en el Consejo, sin sacar ni una sola vez la tarjeta que lo manda a la cárcel; ni siquiera cuando levantó el teléfono y llamó a un funcionario del Tesoro y pidió al gobierno que impidiera que las agencias de calificación crediticia degradaran la deuda de Enron, con quien Citigroup enfrentaba considerables riesgos. En ese caso en particular, sufrió un revés.

Y, por cierto, ese pueblo incluía a Alan Greenspan quien pocas veces veía una regulación de protección del inversionista que no lo llevara a agarrar un machete. Ahora, después de 19 años haciendo que el país escuchara sus barboteos ante el Congreso en habla académica, verbosa, enrevesada; después de haber ayudado hábilmente a convertir Wall Street en una “Tienda a un Dólar” y a compañías que otrora prosperaba en un yermo estéril de sindicaturas, bancarrotas y precios de acciones en caída libre, ofrece a un país en quiebra un dicho ingenioso: que se equivocó.

La Reserva Federal realizó audiencias sobre la fusión propuesta de Citigroup el 25 y 26 de junio de 1998, en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Galen Sherwin, entonces presidenta de la Organización Nacional de Mujeres en la Ciudad de Nueva York, y yo, estábamos protestando el 16 de junio delante de las audiencias por la imposición por el señor Weill de sistemas de justicia privados para sus trabajadores. Los empleados tenían que renunciar por escrito a sus derechos de demandar a la firma ante un tribunal como condición de empleo y aceptar tribunales secretos llamados arbitraje obligatorio. Llevábamos letreros de protesta muy grandes y gráficos cuando salió un afable funcionario y preguntó si quisiéramos testificar en un panel en el que tenían algunas vacantes. Algo sorprendidas por la invitación (tal vez pretendía proveer una foto sin obstrucción del Edificio de la Fed para turistas), nos sentamos en el auditorio y comenzamos a escribir febrilmente nuestros discursos en trozos de papel. La Reserva Federal ha mantenido el original garabateado de mi texto en su sitio en la Red durante todos estos años y yo lo imprimí hoy como un triste recuerdo de la década que nuestro país ha estado encarcelado bajo el régimen corporativo.

Con nuestros letreros de protesta apoyados contra la mesa de los testigos y un empleado de la Fed en un área trasera filmándolo todo para la posteridad, lo que sigue es un pasaje de lo que dije a la Fed el 26 de junio de 1998:

“Es sorprendente lo rápido que olvidamos. Hace sólo 60 años 4.835 bancos de EE.UU. quebraron y cerraron sus puertas, dejando desamparados a sus accionistas y depositarios. La razón subyacente para que eso haya sucedido fue la falta de coraje moral de nuestros reguladores y representantes elegidos para decir simplemente no a los poderosos intereses del dinero. En lugar de simplemente decir no, Washington entregó a los bancos el equivalente de una tarjeta para cajero automático para la ventana de descuento de la Fed para especular en acciones.

En días en los que Japón, la segunda nación industrializada por su tamaño, vuelve a vivir los años treinta en EE.UU., completos con insolvencia bancaria, es sorprendente y absurdo que estemos discutiendo la eliminación de Glass-Steagall.

También queremos recordar que la dinámica política que creó el telón de fondo para la catástrofe bancaria en los años treinta surgió de una cultura corrupta y confortable entre Wall Street y Washington. El juez de la Corte Suprema, William O. Douglas, (que sabía un par de cosas del tema, porque acababa de servir como presidente de la joven, nueva, Comisión de Valores (SEC) de EE.UU. antes de llegar a la Corte Suprema) lo calificó de lo que era: trapacería y corrupción.

Frank Vanderlip, por coincidencia, verdadero ex presidente de National Citibank, escribió en esos días en Saturday Evening Post que la falta de separación entre la banca y de los valores contribuyó a que el mercado bursátil perdiera un 90% - quisiera repetirlo: un 90% - de su valor entre 1929 y 1933. El público estaba tan disgustado por el orgullo desmedido y la corrupción que toda una generación se apartó del mercado bursátil. No fue hasta 1954, 25 años después, que Wall Street volvió a alcanzar el nivel que había fijado en 1929.

Existe un conjunto convincente de evidencia que sugiere que una vez más una corrupta cultura confortable se ha radicado en los cerebros de Washington. Apenas podemos mirar a los guardianes de la confianza pública cuando se deshacen por conseguir donaciones electorales de Wall Street.”

Como toda tragedia épica que resulta del orgullo humano desmedido, ésta merece reflexión y análisis si vamos a abrirnos camino para salir del abismo. En solidaridad con las teorías del antropólogo Gregory Bateson sobre la creación de niveles de saber, y con las advertencias de la antropóloga Laura Nader de que hay que mantener el enojo en un lugar seguro, menciono a continuación enlaces en CounterPunch [en inglés] respecto a la crisis que se desarrolla y al papel crucial de Citigroup, comenzando desde el 6 de noviembre de 2007.

6 de noviembre de 2007
Wall Street Metes Out Street Justice to Citigroup

28 de noviembre de 2007
Crashing Citigroup

3 de enero de 2008
The Free Market Myth Dissolves Into Chaos

21 de enero de 2008
How Wall Street Blew Itself Up

2-3 de febrero de 2008
Bankers Gone Bonkers: Global Finance and the Insanity Defense

17 de marzo de 2008
Too Big to Bail: The Fed’s Wall Street Dilemma

21-22 de junio de 2008
A Secret Oil Gusher Inside Citigroup

21-22 de septiembre de 2008
The Wall Street Model: Unintelligent Design

17-20 de octubre de2008
How the Banksters Are Making a Killing Off the Bailout

Pam Martens ha trabajado en Wall Street durante 21 años. No tiene ningún tipo de títulos de ninguna de las compañías mencionadas en este artículo. Escribe sobre asuntos de interés público como independiente desde New Hampshire. Puede contactarse en pamk741@aol.com.

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jueves, 27 de noviembre de 2008

Victoria de los socialistas venezolanos en las decisivas elecciones del 23 de noviembre de 2008

James Petras
Rebelión

Traducido por Manuel Talens


El pro chavista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSPV) ha conquistado el 72% de los cargos de gobernador que estaban en juego en las elecciones del 23 de noviembre y ha obtenido el 58 % del voto popular, contradiciendo así a la mayoría de los encuestadores pro capitalistas y a la casi totalidad de los medios, que habían dado como favorita a la oposición.

Los candidatos del PSUV han derrotado a los gobernadores salientes de la oposición en tres estados (Guaro, Sucre y Aragua) y han perdido dos (Miranda y Táchira). La oposición conserva el poder en un centro turístico (Nueva Esparta) y ha ganado en Tachira, un estado fronterizo con Colombia, Carabobo y el estado petrolífero de Zulia, además de lograr inesperadas victorias en el populoso Miranda y en la alcaldía de Caracas. La victoria socialista tiene un especial significado, porque el porcentaje total de votos alcanzado –el 65 % del censo– representa la mayor participación ciudadana de todas las elecciones no presidenciales anteriores. Las predicciones propagandísticas de los encuestadores, según las cuales un elevado número de votantes favorecería a la oposición, no eran más que ilusiones sin fundamento.

La importancia de la victoria socialista es evidente si se sitúa en un contexto histórico comparativo:

1. Pocos partidos de Europa, América del Norte o del Sur –si es que hay alguno– han conservado un grado tan alto de apoyo popular en elecciones libres y abiertas.

2. El apoyo masivo al PSUV ha tenido lugar en un momento de medidas económicas radicales, incluida la nacionalización de importantes monopolios capitalistas privados del cemento, el acero, las finanzas y otros.

3. Los socialistas han ganado a pesar de la caída del 70% en el precio del petróleo, la fuente principal de ingresos del país (desde 140 a 52 dólares el barril), y si lo han hecho es porque el gobierno ha mantenido la mayoría de las subvenciones de sus programas sociales.

4. El electorado ha sido más selectivo a la hora de votar a los candidatos chavistas –ha recompensado a los que administraron adecuadamente los servicios gubernamentales y ha castigado a los que ignoraron o no respondieron a las exigencias populares. Incluso si el presidente Chávez hizo campaña a favor de todos los candidatos, los votantes no han seguido sus consignas allá donde existía resentimiento contra los chavistas salientes, tal como ha sucedido en Miranda con el gobernador Diosdado Cabello y con el alcalde de la capital del Distrito de Caracas. Las victorias socialistas se han debido a un deliberado voto de clase y no simplemente a un reflejo de identificación con el presidente Chávez.

5. La decisiva victoria del PSUV proporciona las bases necesarias para hacer frente con medidas socialistas al profundo colapso del capitalismo mundial, sin tener que sangrar los fondos del Estado para rescatar de la bancarrota a bancos y empresas capitalistas. La debacle del capitalismo facilitará la socialización de la mayoría de los sectores económicos clave. Gran parte de las compañías venezolanas están enormemente endeudadas con el Estado y con los bancos locales. El gobierno de Chávez puede ahora exigirles que reembolsen sus deudas o entreguen las llaves, lo cual constituiría una transición indolora y eminentemente legal al socialismo.

Los resultados de las elecciones señalan la profunda polarización existente entre la derecha dura y la izquierda socialista. Los gobernadores ex chavistas socialdemócratas de centro han sido prácticamente borrados del mapa político. El derechista vencedor en el estado de Miranda, Henrique Capriles Radonsky, intentó quemar la embajada de Cuba durante el fracasado golpe militar de abril del 2002 y el gobernador electo de Zulia, Pablo Pérez, ha sido un candidato elegido a dedo por el ultraderechista gobernador Rosales.

Incluso si los gobernadores estatales y los alcaldes municipales de la oposición pueden servir de plataforma para atacar al gobierno nacional, la crisis económica limitará en gran medida la cantidad de recursos disponibles para mantener los servicios y aumentará su dependencia del gobierno federal. Un ataque frontal contra los gastos estatales y locales del gobierno de Chávez en una guerra partidista podría conducir a la disminución de las subvenciones federales y provocaría el descontento de las bases. La derecha ha avanzado debido a sus promesas de mejorar los servicios nacionales y locales y de terminar con la corrupción y el favoritismo. Si utilizase nuevamente su anterior política de compadreo y un obstruccionismo extremo perdería apoyo popular y con ello limitaría sus esperanzas de transformar estos avances locales en poder nacional. Los recién elegidos gobernadores y alcaldes de la oposición necesitan la cooperación y el apoyo del gobierno federal, sobre todo en el entorno de la profunda crisis que estamos atravesando, so pena de perder apoyo popular y credibilidad.

Conclusión
No cabe esperar que los medios de comunicación reconozcan la victoria socialista. Su esfuerzo por magnificar el significado de ese 40% del voto electoral que se ha decantado por la oposición y su victoria en el 20% de los estados era predecible. Sin duda los socialistas evaluarán críticamente los resultados durante el período pos-electoral y es de esperar que se planteen cómo seleccionar a los futuros candidatos, haciendo hincapié en su actuación en asuntos locales por encima de su lealtad al presidente Chávez y al "socialismo". La tarea más inmediata y urgente a la que se enfrentan el PSUV, el presidente Chávez, los legisladores y los nuevos funcionarios elegidos consiste en poner en marcha un plan estratégico socioeconómico de conjunto para capear el colapso global del capitalismo, empresa difícil de llevar a cabo ante la abrupta caída del precio del petróleo y de los ingresos federales y el inevitable declive del gasto gubernamental. Chávez ha prometido mantener todos los programas sociales, incluso si los precios del petróleo se mantienen en torno a los 50 dólares el barril. Se trata claramente de una posición positiva y defendible si el gobierno reduce los elevados subsidios al sector privado y no se embarca en salvar compañías privadas de la bancarrota. A pesar de que las reservas estatales de 40 mil millones de dólares pueden servir temporalmente para amortiguar el golpe, lo cierto es que el gobierno, con el apoyo de sus mayorías en el ámbito federal y estatal, necesita tomar decisiones difíciles y no simplemente imprimir dinero, lo cual haría que se disparase el déficit, se devaluase la moneda y aumentasen las ya elevadas tasas de inflación anual (el 31% en el mes de noviembre).

La única estrategia razonable consiste en tomar el control del comercio exterior y supervisar directamente a las cúpulas dirigentes de los sectores productivo y distributivo, así como establecer prioridades para preservar el nivel de vida de las masas. Con el fin de contrarrestar la ineptitud burocrática y neutralizar a los funcionarios holgazanes, el poder real y el control deben ser transferidos a los trabajadores organizados y a consejos autónomos de consumidores y de barrio. El pasado reciente revela que el mero hecho de elegir alcaldes o gobernadores socialistas no basta para asegurar la puesta en marcha de políticas progresistas y la gestión de los servicios básicos. Un gobierno representativo liberal (incluso con socialistas elegidos) requiere un mínimo de control y de presión populares para tomar decisiones difíciles y establecer prioridades en medio de una crisis económica prolongada y cada vez mayor.



Título original: Victory for Venezuela’s Socialists in Crucial Elections – November 2008

El sociólogo marxista usamericano James Petras ha publicado más de sesenta libros de economía política y, en el terreno de la ficción, cuatro colecciones de cuentos. Es colaborador permanente de Rebelión.

El escritor y traductor Manuel Talens es miembro de los colectivos de Cubadebate, Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.

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Decires

Américo Díaz Núñez


--La prepotencia de las potencias imperiales siempre ha sido su perdición: Remember Cuba y Vietnam, antiguas zonas de influencia de cierto imperio.

--Los resultados electorales en Venezuela hay que analizarlos con la frialdad de un científico, para que luego sean potenciados con la pasión revolucionaria.

--Administrar la victoria electoral del PSUV y evaluar los avances de la oposición (que ahora es gobierno en 5 estados y la zona metropolitana de Caracas) es una tarea política de primer orden.

--No ganaron en los 10 estados que pronosticaron, pero los opositores al proceso revolucionario en Venezuela avanzaron y esto es preocupante para ellos: aunque la democracia participativa los favorece, también los puede derrotar.

--Estamos penetrados silenciosamente por los adversarios y el enemigo imperialista que hacen trabajo social inmediatista en los barrios, pero con los conocidos fines contrarrevolucionarios.

--No hay enemigos pequeños ni campañas mediáticas a las que no se debe hacer caso.

--Los avances de los golpistas en regiones importantes deben ser motivo de estudio y correcciones inmediatas, sin creer en sus promesas de no repetir conspiraciones contra la democracia.

--Lo que está en juego no es sólo un gobierno de origen y vocación democrática, sino la democracia misma.

--Sin democracia no hay socialismo y sin socialismo no habrá democracia.

--No olvidemos que quieren volver para imponer a la fuerza el dominio del neoliberalismo salvaje que le sirve a la oligarquía para saquear el país y privatizarlo todo.

--El Imperio los apoya porque coincide en los mismos fines de las oligarquías conservadoras y antipopulares.

--Repitieron mil veces mil mentiras y las convirtieron en miles de votos verdaderos.

--La lucha ideológica también incluye lo cotidiano y aparentemente apolítico, porque ésta es una manera de disfrazar la penetración de las ideas contra los cambios.

--Por cierto que ya hay unos conservadores por ahí levantando la consigna del cambio que no cambia nada.

--No siempre una suma de minorías representa la verdadera mayoría, que es un concepto democrático más allá de los triunfos circunstanciales y parciales. ¡Ánimo para quienes las dificultades son un reto!

--Ahora tienen un nuevo aire, pero no por eso han cambiado la atmósfera en que conspiran con el Imperio contra Venezuela.

--Tuvo razón quien dijo que la mejor manera de evitar una guerra (o una agresión) era prepararnos para que no nos tome de sorpresa.

--La economía de libre mercado es tan libre, que un solo país aprisiona todas las demás economías porque es la que dicta las pautas como líder mundial de las desigualdades.

--La Policía Metropolitana de Caracas en manos de Ledezma ya la conocimos: ni acabó con la inseguridad ni mucho menos combatió la corrupción. ¡Todo lo contrario!

--Usaron la inseguridad y la corrupción como cebo electoral. Vamos a ver ahora si donde ganaron dejan de ser lo que siempre fueron: ineptos y ladrones del erario público.

--Cuando anochece para el neoliberalismo disgregador, la integración ve salir el Alba.

--La crisis económica neoliberal no podrá ser resuelta con más dinero para quienes la crearon, porque es como echarle gasolina a un incendio.

--Los barcos rusos de guerra en el Caribe no le preocupan, dice Condoolleza Rice, y nos da permiso para hacer las maniobras navales, como si alguien se lo hubiera pedido. Conociendo su arrogancia, esto último sí les duele a sus amos. ¡Y es negra!

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

La Derecha avanza en las grandes ciudades

Roberto López Sánchez
Rebelión


La derrota electoral sufrida por la revolución bolivariana en el Estado Zulia, en la ciudad de Maracaibo, en el estado Miranda y en la alcaldía mayor del Distrito Capital, para mencionar los principales centros de triunfo de la oposición, debe ser analizada considerando los siguientes elementos (aunque puedan quedar otros aspectos no considerados aquí, ya que el cúmulo de factores intervinientes es bastante complejo).

1) La ausencia de una clara política gubernamental hacia la construcción de un movimiento obrero clasista y revolucionario. Esta es la primera revolución socialista del mundo sin movimiento obrero. No existe la mínima reflexión de parte de los dirigentes del proceso, acerca de la importancia de tener un movimiento obrero organizado y fortalecido que respalde y le sirva de sustento al proceso revolucionario.

En diez años de revolución se han tomado decisiones muy negativas (como, por ejemplo, el período en que J.R. Rivero estuvo al frente del ministerio del trabajo), las cuales han repercutido desastrosamente en el movimiento de trabajadores en todo el país. No existe una clara definición acerca de los mecanismos de participación de los trabajadores de las empresas del estado en la conducción democrática de dichas industrias (PDVSA, Pequivén, electricidad, carbón, sidor, CANTV, etc); en cambio, siguen predominando visiones abiertamente tecnocrátas y neoliberales sobre la conducción interna de dichas empresas, y las tendencias clasistas y revolucionarias siguen siendo objeto de persecución y arrinconamiento dentro de ellas. En las grandes ciudades y en los estados de mayor población existe una considerable clase obrera industrial, y trabajadores asalariados en general, hacia los cuales el gobierno bolivariano no presenta una clara política de inclusión dentro del proyecto revolucionario. Más bien han prevalecido dentro del gobierno tendencias antiobreras y antisindicales, y esta realidad puede estar incidiendo en la conducta electoral de importantes sectores de trabajadores.

2) La ausencia de una política gubernamental hacia las universidades autónomas, las cuales han sido dejadas en manos de la derecha, con recursos del gobierno nacional. Mientras las misiones educativas le llegan a los sectores más desposeídos de la población, la clase media urbana, estrechamente vinculada al sector universitario, permanece totalmente fuera de la estrategia política del gobierno revolucionario. El gran impacto sociocultural que tienen las universidades autónomas en sus respectivas regiones ha sido subestimado por el gobierno bolivariano, y hasta ahora se siguen otorgando presupuestos multimillonarios a estas instituciones, sin establecer ningún tipo de controles ni de políticas alternativas dentro de las mismas.

3) La forma en que se ha construido el PSUV, repitiendo los mismos vicios clientelares de la vieja partidocracia adeco-copeyana. Es en las grandes ciudades en donde se desarrolló desde la década de 1980 una contundente crítica hacia los partidos y su papel como confiscadores de la soberanía popular. Estos pobladores de las comunidades populares de las grandes ciudades venezolanas ven con ojos críticos que dentro de la vanguardia del proceso revolucionario se estén reproduciendo los mismos vicios que justificaron el levantamiento popular de febrero de 1989 y todo el proceso político posterior que condujo al triunfo de Chávez en 1998.

4) En el caso del Zulia, la derrota sufrida pone en entredicho la gestión que por 8 años desarrollara Di Martino en la alcaldía de Maracaibo, así como la política social adelantada desde poderosas instituciones como Corpozulia y PDVSA. Son entes gubernamentales que manejaron toneladas de millones y que sin embargo su efecto sociopolítico (en términos electorales) significó la erosión del caudal de votos a favor de la revolución. Toda la prepotencia que observamos durante años de parte de estos autocalificados “próceres” de la revolución, no se compagina con los muy pobres resultados obtenidos.

5) El chavismo intenta parecerse a la oposición burguesa, se ha esforzado en caerle simpático a los representantes del capital criollo y extranjero (por ejemplo, los casos patéticos de Di Martino y Diosdado), y el pueblo ha votado en consecuencia, prefiriendo a los tradicionales dirigentes de la burguesía criolla, en vez de votar por estos malos remedos de la politiquería cuartarrepublicana.

6) No haber corregido prácticamente ninguno de los elementos caracterizados hace un año como los causantes de la derrota electoral sufrida el pasado 2 de diciembre. Las 3R terminó siendo una consigna vacía, ninguna institución aplicó correcciones en el marco de una reflexión, revisión y rectificación que nunca fue ejecutada realmente.

En cualquier caso, los resultados electorales marcan una tendencia hacia el deterioro del apoyo popular hacia el chavismo en las principales ciudades del país. Si esta tendencia no se revierte, futuras elecciones en el 2010 y 2012 podrán asestar verdaderas y contundentes derrotas a este proceso revolucionario. Es cuestión de ponerle atención a este fenómeno, pues pudieran estarse creando las bases para que el capitalismo mundial derroque a la revolución bolivariana por medios electorales, sin necesidad de recurrir a golpes de estado o intervenciones extranjeras.

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La batalla de Cuba contra el Plan Cóndor

Luis Narváez
Tomado de La Nación de Chile


Dos diplomáticos cubanos fueron secuestrados y hechos desaparecer por un organismo represivo argentino, en Buenos Aires. Pero hoy se sabe que organizaciones anticastristas acudieron a las policías políticas de Chile y Argentina para cometer crímenes. Y son las mismas organizaciones que colaboraron en el atentado contra Orlando Letelier.

El 20 de septiembre de 1976 culminó una de las operaciones terroristas más insolentes que recuerde la historia de EEUU, sólo superada por el atentado a las Torres Gemelas de 2001. Ese día, una bomba activada por control remoto hizo estallar el vehículo que trasladaba al ex canciller Orlando Letelier y su secretaria Ronney Moffit. Ambos murieron despedazados y envueltos en llamas.

El atentado, en el corazón de un barrio que alberga varias embajadas en Washington D.C., fue planificado por la DINA. Pero los hombres de los servicios de seguridad de Pinochet no estuvieron solos. Desde la dirección del organismo represivo, Manuel Contreras transmitió a su segundo hombre, Pedro Espinoza, el encargo para que el agente estadounidense, Michael Townley, organizara y ejecutara el ataque. El agente encontró el apoyo decidido del Movimiento Nacionalista Cubano, un grupo de anticastristas radicados en Miami y dispuestos a todo. Fue así como se orquestó y terminó la sangrienta misión.

Pero hoy se sabe que la colaboración de la DINA con la organización terrorista cubana fue mucho más íntima y también comprometió a todos los organismos de seguridad de las dictaduras sudamericanas (Chile, Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil) que conformaron el Plan Cóndor, una concertación para eliminar a todos los grupos opositores a los regímenes que en ese entonces asolaban el cono sur.

Y estos organismos también estuvieron encima de quienes eran sospechosos de colaborar desde otros países. Fue así como la vida de los funcionarios de la Embajada de Cuba en Argentina, Crescencio Nicomedes Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias, fue también tomada por el Plan Cóndor y -recién hoy se está conociendo- sirvió como prueba de confianza para que los nacionalistas cubanos colaboraran decididamente con la DINA, al punto de que fueron ellos quienes apretaron el botón del dispositivo electrónico que hizo estallar el auto del ex canciller Letelier, en las cercanías del Sheridan Circle, la plaza del barrio diplomático de la capital de EEUU.

Fuentes allegadas al gobierno cubano, consultadas por LND, reconocen que la situación de Galañena y Cejas se mantuvo en silencio durante 30 años, pese a existir testimonio sobre la suerte que corrieron y, además, por estar reconocidos como víctima de la represión. No fue fácil para Cuba reconocer que estos funcionarios eran agentes de inteligencia y el canal de mayor confianza de Fidel Castro con la Junta Coordinadora Revolucionaria.

El SIDE y la CORU
Eran años en que todo tenía siglas. También una época en que o eras amigo de Estados Unidos o enemigo. En un contexto de represión máxima contra partidos y movimientos políticos de izquierda, las organizaciones de resistencia armada sudamericanas intentaban conectarse para colaborar mutuamente en la lucha por la recuperación de la democracia.

Fue así como la Junta Coordinadora Revolucionaria se levantó como el único ente que aparecía como alternativa para oponerse a las dictaduras. La organización estaba compuesta por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile (había otro grupo del mismo nombre en Uruguay); el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), en Argentina; el Movimiento de Liberación Nacional o Tupamaros, en Uruguay, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), de Bolivia.

Amparados en la clandestinidad, cada uno de estos movimientos tuvo sus representantes, que se reunían principalmente en Argentina. La DINA, manejada sin frenos ni controles por Manuel Contreras, y con íntimos lazos con los nacionalistas cubanos Orlando Bosch y Luis Posadas Carriles, había detectado que la organización era apoyada soterradamente por el gobierno cubano de Fidel Castro. Pero tan bien estaba organizado el organismo que hasta principios de 1976 era imposible saber cómo o quienes eran la conexión de La Habana con la mencionada junta.

En Buenos Aires, los movimientos militaristas que se levantaron contra la viuda de Perón, Isabelita, se tomaron el poder tras la renuncia de la mujer. Fue la llegada de Rafael Videla y el inicio de la llamada "guerra sucia". Las detenciones ilegales, secuestros violaciones de mujeres y salvajes torturas permitieron obtener los primeros datos de la entidad izquierdista. Pero hubo otro actor que sería decisivo: la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU). Según un informe desclasificado del FBI de 1978, la CORU era "una organización terrorista anticastrista que aglutina a cinco grupos anticastristas, que se unieron en la República Dominicana el 11 de junio de 1976, bajo la dirección del doctor Orlando Bosch".

Las oleadas de detenciones no demoraron y fue así como, en julio de 1976, por ejemplo, fue detenido (posteriormente enviado a Chile y hecho desaparecer) en Buenos Aires Patricio Biedma Schadewaldt, de nacionalidad argentina, un reconocido líder del MIR y el último nexo que tuvo este movimiento con la Junta Coordinadora Revolucionaria.

Un mes después, un comando del Servicio de Inteligencia del Estado (SIDE) argentino, con apoyo de la CORU, implementa un dispositivo para cazar a quienes actuaban como nexo entre los movimientos izquierdistas sudamericanos y Cuba.

Los seguimientos y escuchas telefónicas apuntaban a un joven funcionario consular y su chofer. El 9 de agosto de 1976, a las 17 horas, en una calle que bordeaba el parque de Barrancas de Belgrano y cuando se desplazaban a pie para tomar un colectivo, Crescencio Nicomedes Galañena Hernández (26 años) y Jesús Cejas Arias (22) fueron interceptados por hombres de civil fuertemente armados, que se desplazaban en vehículos Ford Falcon y una ambulancia, tras lo cual fueron llevados a un centro de detención de la Superintendencia de Seguridad Federal.

Orden de Santiago
El 22 de diciembre de 1999, la jueza argentina María Servini de Cubría llegó hasta el penal de Punta Peuco, al norte de Santiago, en compañía del juez chileno Joaquín Billard. La magistrada había sido quien investigó y condenó en ese país a los responsables del doble asesinato del general Carlos Prats y su esposa Sofía Cutberth, y una de sus misiones en nuestro país era interrogar a Manuel Contreras, entonces preso en dicha cárcel.

Dentro de su largo testimonio, el "Mamo" declaró que Michael Townley había viajado a Argentina, junto al terrorista cubano Guillermo Novo Sampoll, para interrogar a dos diplomáticos de esa misma nacionalidad que habían sido detenidos en ese país. ¿Cuál era el objetivo de esa misión? ¿Cuál era el interés para la DINA?

Textualmente, el ahora condenado Contreras declar: "Quiero dejar constancia de una actuación realizada en el mes de agosto de 1976 por Michael Townley en conjunto con el jefe del Movimiento Nacionalista Cubano, Guillermo Novo, que llegó a Chile y junto a Townley viajaron a la Argentina el 11 de agosto de 1976, y en dicho país cooperaron a la tortura y asesinato de dos diplomáticos cubanos (...). Townley volvió el día 12 de agosto de 1976 junto a Guillermo Novo y los dos cubanos fueron encontrados con los pies encementados en la desembocadura del río Luján en Buenos Aires".

La abogada Fabiola Letelier, hermana del asesinado ex canciller, dijo a este medio que "la colaboración entre los cubanos nacionalistas y la dictadura se produce desde el momento mismo del golpe, porque los cubanos, que eran anticastristas, lo que querían era tener un acuerdo con la junta militar para tener refugio en Chile. Paz, Suárez, Bosch y los hermanos Novo Sampoll vinieron a Chile invitados por la DINA. La relación de estos cubanos con la DINA era estrecha y eso está probado en el juicio".

Los periodistas Saul Landau y John Dinges, en su libro "Asesinato en Washington", publicado en 1981, dan cuenta de la detención de los cubanos en Argentina y sostienen que Townley, especialista de la DINA en asuntos cubanos, habría llegado a Buenos Aires en el momento culminante de los interrogatorios del SIDE y torturó a los cubanos utilizando sus conocimientos comunes con los argentinos, ganando para la DINA nuevas informaciones acerca de las operaciones de los cubanos

Los investigadores apuntaron el especial interés en la misión, tanto para la DINA como para el mismo agente estadounidense, debido a que en esos días su pareja, la escritora chilena Mariana Callejas, había sido sometida a una cirugía y era sabido el apego que Townley tenía hacia ella. Pese a todo, coinciden en que el 11 de agosto voló a Buenas Aires, regresando 24 horas más tarde.

Un mes y medio después, con la ayuda de cubanos miembros de la CORU, Townley concretaba el crimen de Orlando Letelier en la capital de Estados Unidos.

Desde ese momento, e incluso hasta hoy, los anticastristas han reivindicado para sí el secuestro de Galañena y Cejas, llegando incluso a confirmar que tuvieron participación directa en el hecho y que contaron con la colaboración de los agentes del SIDE argentino.

Orlando Bosch, líder de la CORU, declaró posteriormente que "nuestros aliados se hubieron de comprometer y así lo realizaron, el secuestro de dos miembros de la embajada cubana en Buenos Aires y que no han aparecido más".

En el libro "Cuba en guerra", del periodista (anticastrista) Enrique Encinosa, se destaca que "la operación más audaz fue el secuestro y la ejecución, el 9 de agosto de 1976, de Jesús Arias Cejas y Crescencio Galamena, dos diplomáticos castristas radicados en Buenos Aires" (sic).

La evidencia sobre el conocimiento y colaboración de cubanos anticastristas con organismos que integraban el Plan Cóndor parece ser evidente y es lo que hoy concita el interés del gobierno cubano, empeñado en que las autoridades argentinas logren determinar el paradero de los agentes diplomáticos cubanos. Sin embargo, los contactos con el ejecutivo trasandino han sido más bien informales, ya que en rigor los encargados de buscar los antecedentes actúan bajo la denominación de "investigación humanitaria privada", la que cuenta con el apoyo del gobierno de Cuba.

Sobre la actual condición de los cubanos involucrados en el secuestro, Mario Galañena, hermano mayor de Crescencio, dijo al periódico digital cubano "Escambray": "Eso es un dolor que no se quita, que no puede quitarse, es una cosa grabada en el corazón de uno. Cada vez que tú despiertas, lo que haces es acordarte del peligro que esa gente representa para la humanidad. Los terroristas no pueden estar sueltos".

Fabiola Letelier insiste en que "había un acuerdo, un contacto permanente de los anticastristas y la junta militar chilena. Todo eso y que fue la Operación Cóndor se descubrió por documentos que aparecieron, en este caso, acerca de una reunión coordinadora del crimen en Chile".

Mientras, en las profundidades de la desembocadura del Tigre, uno de los afluentes del río de la Plata, siguen sumergidos cientos de bloques de cemento con restos de osamentas humanas, así como tambores metálicos con cuerpos en su interior y que fueron rellenados con concreto para que se mantuvieran bajo las aguas. Los organismos forenses vinculados al trabajo de exhumación e identificación de víctimas de la "guerra sucia" trabajan lentamente.

En Pinar del Río, provincia de donde provienen los cubanos, las familias de Galañena y Cejas aún esperan, como muchas en los países donde existe esta realidad, poder saber con certeza lo ocurrido. Lo mismo que espera Fidel Castro.//LND

El terrorismo anticastrista
Orlando Bosch y Luis Posada Carriles son los principales líderes de la Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU), fundada en 1976, en Santo Domingo, República Dominicana.

Su acto más sangriento fue el del 6 de octubre de 1976. Ese día una bomba hizo estallar un vuelo de Cubana de Aviación que transportaba a la selección nacional juvenil de esgrima de Cuba, que regresaba desde Venezuela.

Tras las investigaciones realizadas se estableció que los autores materiales del atentado fueron Posada Carriles y Bosch. Ambos fueron encarcelados en Venezuela. Pero el primero logró fugarse, en 1985, y el segundo obtuvo su libertad en 1988.

Ambos se refugiaron en Miami, EEUU, y pese a que desde la década de 1976 se sumaron los hechos de violencia en los que estaban involucrados, entre éstos el crimen de Letelier y Moffitt, en 1990 obtuvieron el indulto por parte de George Bush padre, quien en 1976 era director de la CIA.

Actualmente Posada Carriles está sometido a un juicio, pero no por estos hechos sino por delitos de inmigración.

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