domingo, 13 de julio de 2008

Bala perfumada o bumerang

Jorge Gómez Barata


Está por ver si Barack Obama incurre o no en el error de sumar a Hillary Clinton a su formula presidencial. Ojala sepa que quien gana las carreras es el caballo y no el jockey.

En Estados Unidos donde han gobernado 43 presidentes, ninguna de las primeras damas se animó a intentar lo que Hillary Clinton, que trató de ser: presidenta, cosa que sólo una norteamericana ha logrado: Janet Jagan...en Guyana.

Tal vez Obama comprenda que si habiendo competido contra el candidato que cargó el mayor handicap en toda la historia norteamericana, Hillary perdió y ni siquiera pudo recaudar los fondos suficientes para cubrir los costos de su campaña, difícilmente podrá aportar nada relevante en la contienda contra McCain.

Derrotada por un joven desconocido a nivel nacional, principiante, afro americano de segunda generación y con nombres y apellidos musulmanes, no existe ninguna razón para pensar que pueda contribuir a la victoria en el duelo mayor. Hillary carece de capital político y en esas lides, quien no suma, resta. Para Obama, hacerse acompañar por la persona a quien él mismo derrotó sería incurrir en una contradicción y debilitar innecesariamente uno de sus flancos. Mucho se especuló acerca de si el país estaba o no preparado para ser gobernado por un negro o una mujer, pero ofrecerle a los dos en un mismo ticket pudiera ser demasiado pedir.

Una evidencia de la debilidad de la ex primera dama es que, a pesar de emplearse a fondo, Bill Clinton que estuvo a punto de violar la regla según la cual los expresidentes nunca más se involucran en la política, no pudo reflotar la candidatura de su mujer. El pueblo americano no se dejó tentar por la oferta de tener dos presidentes por el precio de uno y la maquinaria del partido Demócrata nunca endosó la idea.

Tras la carrera por la nominación Demócrata que tuvo el atractivo de incluir dos innovaciones cuando compitieron una mujer y un negro, queda la duda de por qué, a pesar de arrancar con una cómoda ventaja frente a un adversario que parecía débil Hillary fracasó. Todo parece indicar que su revés no se debió a su condición de mujer, sino al hecho de que no resultó convincente para ninguno de los sectores importantes de la población ni del partido.

Con Obama que, obligado a vencer la barrera racial, que en un tiempo fue el más establecido prejuicio en la sociedad norteamericana, una de las razones por las que se libró la Guerra Civil y uno de los factores que en los años sesenta dividieron a la Nación, ocurrió exactamente lo contrario.

En realidad, ningún sector de la sociedad norteamericana ni de la jerarquía del partido Demócrata están presionando a Obama para que seleccione a la Clinton como compañera de fórmula y la idea de que de hacerlo atraería el voto femenino está por ser demostrada. La gran paradoja de Hillary es que puede no resultar simpática a las mujeres norteamericanas y que al subordinarse a Obama y hacer campaña a su favor, puede no sonar autentica que, dicho sea de paso, es su característica más negativa y su lado más débil.

Hillary no ha logrado encarnar a las norteamericanas típicas, a aquellas que se esfuerzan trabajando, manejan el hogar y crían los hijos, no se identifican con ella las profesionales y ejecutivas de la clase media que se abren paso en medio de una feroz competencia y tampoco las millones de madres solteras, proletarias, emigrantes que al precio de enormes sacrificios han ganado la ciudadanía. Hillary se ha quedado como en un limbo y su carrera política, al menos en lo que a la presidencia se refiere, parece estar terminada.

Es probable que Obama prefiera tener a su lado a Michelle, su atractiva mujer y a un compañero de fórmula que aporte más que restar, alguien que sea acatado sin generar polémicas y sin pretender un protagonismo excesivo.

Todo indica que si Obama tuviera un arma secreta para la contienda contra McCain, no sería una bala perfumada que muy bien puede convertirse en un bumerang.