martes, 13 de mayo de 2008

Bolivia: el pueblo no será revocado

Jorge Gómez Barata


Al convertir en ley la decisión del Senado boliviano, dominado por la oposición que extemporáneamente aprobó un proyecto presentado seis meses atrás para convocar un referéndum revocatorio que incluye al presidente, al vicepresidente y a los prefectos, Evo Morales ha puesto en marcha un mecanismo sin precedentes en la política mundial. No se recuerda nada semejante.

Como el presidente ha dicho, se trata de una demostración de respeto al órgano legislativo, aunque este procediera deslealmente aplazando la consideración de la propuesta, maniobrando para aprobarla en el momento considerado más ventajoso por los adversarios del mandatario.

La misma oposición que sistemáticamente ha saboteado la gestión de Morales, metió en un callejón sin salida a la Asamblea Constituyente y, en contubernio con la oligarquía y el imperialismo, alienta las maniobras separatistas y antinacionales, ha juzgado oportuno avanzar una consulta electoral en la cual asume riesgos mínimos.

Mientras los prefectos opositores llevan años trabajando a su favor y contra el presidente, Evo se ha consagrado a sus responsabilidades, luchando por el país, en asuntos tan complejos como el rescate de los recursos nacionales, las relaciones exteriores, la Asamblea Constituyente , la lucha contra los desastres naturales, la obra educacional y sanitaria, el problema cocalero y el desempeño económico del país, ninguna de las cuales desatenderá, para como harán otros, dedicarse a los trajines electorales.

Para cada prefecto, la mayoría de los cuales tendrán a su favor los medios masivos de difusión controlados por la oligarquía, se trata de una consulta local, ámbitos en el que algunos son caciques, mientras que el presidente se somete al juicio de toda la Nación.

Según el texto aprobado, los mandatos quedarán automáticamente revocados cuando el “NO” supere los porcentajes de votos a favor alcanzados cuando fueron elegidos, así como cuando haya más votos en contra que los que entonces hubo a favor. Para sacar a Evo y Linera del gobierno, la oposición deberá obtener más de 1 544 374 “NO” y un porcentaje superior al 53, 7.

Paradójicamente, el ejercicio democrático más amplio de toda la historia, tendrá lugar donde las tradiciones políticas están más deformadas por la colonización y el dominio oligárquico. La Nación más saqueada, ahora el segundo país más pobre del hemisferio, el más perjudicado por las guerras que han recortado su territorio, uno de los dos sin salida al mar y el que cuenta con la oligarquía más primitiva y atrabiliaria que, desde 1825 a la fecha produjo 65 presidentes y unos doscientos golpes de Estado.

Al forzar el referéndum, las elites oligárquicas bolivianas, no dan una muestra de apego a la democracia, sino todo lo contrario. Ninguna sociedad puede sobrevivir de espaldas al precepto del “Pacta Sunt Servanda” que puede traducirse como: “Lo pactado obliga” y que indica que todo acuerdo legítimo debe ser honrado. Las elecciones en las que Evo fue electo y que expresan la voluntad del pueblo boliviano y debieron ser sagradas.

Aunque en el sistema político del Estado de Derecho, construido a partir de elecciones, suelen incluirse mecanismos de revocación, a los mismos se acude en raras ocasiones y por razones jurídicas. Los procedimientos de desafuero o impeachement son puestos en marcha cuando los mandatarios o titulares electos han cometido delitos. Ninguna Constitución admite que una elección limpia, validada por las autoridades competentes y en los marcos de la ley, pueda ser anulada.

Al ser consecuente con su proyecto, aunque fue presentado en diciembre pasado, en circunstancias políticas diferentes a las actuales, el presidente Evo Morales ofrece una impresionante lección de moral y ética, que seguramente no pasará inadvertida para el pueblo boliviano, que tiene ahora la oportunidad histórica de levantar un paradigma y, en un solo acto, revocar la oligarquía y consolidar el proceso de cambios iniciado cuando de modo categórico eligió a Evo Morales.