viernes, 24 de abril de 2009

Siempre educar

Antonio Aponte


La Revolución es el acto educativo más importante que pueda darse en una sociedad, se trata de una sustitución cultural drástica, de un cambio profundo en la visión del mundo, de una inmensa conmoción espiritual.

De allí que el deber de los revolucionarios es ante todo un deber educativo, revolución y educación son sinónimos.

Ahora bien, ¿Cómo es la educación revolucionaria?

El objetivo de la Educación Revolucionaria es develar la verdad que la dominación mantiene oculta, mostrar el mundo sin mediaciones interesadas, y de esa visión derivar un pensamiento y una conducta comprometida con la sociedad y con el entorno natural.

Ese es el cambio principal: el compromiso de solidaridad que sustituye al egoísmo. Ese cambio debe estar sustentado por un cambio en las relaciones económicas, la Propiedad Social de los medios de producción debe ser hegemónica, debe sustentar el compromiso de solidaridad.

En esta labor educativa deben estar empeñados todos los esfuerzos de la Revolución, toda acción revolucionaria es en el fondo una acción educativa. Si la acción no educa, entonces no es revolucionaria, y si la acción educa en el egoísmo, en la miseria humana, entonces, es contrarrevolucionaria.

Varias son las vías, los métodos para la Educación Revolucionaria, uno de los más importantes es la movilización de las masas alrededor de objetivos políticos altruistas, otro de los grandes instrumentos educadores es el ejemplo y la guía de los dirigentes.

Hablemos ahora del ejemplo de los dirigentes: ya es sabido que una imagen de austeridad, de compromiso con el trabajo revolucionario es indispensable para la labor educativa del dirigente, el discurso debe ser acompañado por la imagen. El lujo no es revolucionario, pero si ese lujo es ostentación, entonces, es francamente contrarrevolucionario.

Es cierto, la imagen es importantísima, pero más lo es el discurso del dirigente, y mientras más conocido, más importante son sus palabras y sus acciones, porque estas son paradigmas, guías para los militantes y la masa. Veamos un ejemplo.

Teodoro Petkotf, es nuestro enemigo ideológico, desde aquí lo hemos combatido y lo seguiremos combatiendo, con argumentos teóricos, con ideología. Siempre este vocero oligarca nos encontrará de frente.

Ahora bien, por allí leemos en el periódico que una diputada efervescente levanta una denuncia de poca monta, que involucra a familiares de Teodoro, y blande esa posible falta de la familia Petkotf como bandera política.

Creemos que ese es un débil servicio a la Revolución, es una denuncia innecesaria, no educa, da sensación de falta de solidez teórica de nuestro lado.

Acúsese a Teodoro de saltador de talanquera, es correcto, de vocero imperial, de enemigo del Socialismo que tanto pregonó en el pasado, es verdad y lícito, confróntese teóricamente, si conspira que vaya preso, sería comprensible, pero no lo ataquemos por los atajos.

La forma como la Revolución confronta a sus enemigos da una medida de su grandeza y es parte fundamental de la Educación Revolucionaria.

¡Socialismo es Educación!

¡Chávez es Socialismo!